Estoy muy preocupado por los 40 personajes priistas que serán dados de baja del padrón, por haber cometido actos de “alta traición” al PRI de Durango.
Mi preocupación radica en que Marina Vitela la alcaldesa de Gómez Palacio, Juan Ávalos, Julio Ramírez, Juan Gerardo Quiñones, Felipe Sánchez y el hijo de la ex alcaldesa de Lerdo, Shamir Rivera no han comido, ni dormido una vez que Luis Enrique Benítez el Presidente del PRI en Durango anunció que los expulsaría del partido.
¿Qué pasaría por la mente de Luis Enrique? Quién le aconsejaría que hiciera el tremendo papelón de organizar una pobre conferencia de prensa en mesas (de esas que venden en Sam´s) para anunciar el proceso de expulsión de los antes mencionados, seguramente todos (sin dudar, todos) se “murieron” de risa cuando vieron la información, si “me morí” yo, ellos murieron y resucitaron riendo.
Con pena, mi compañera Perla Alva dio cuenta de la molestia de Benítez y de su rueda de prensa donde Hipólito Pasillas (un líder campesino) no alcanzó mesa, estaba ahí sentado, en el aire, acompañado de las caras largas de Anavel Fernández y del pálido líder local del tricolor, Raúl Meraz Ramírez.
Ahí se puede ver cómo el otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional en Durango comienza a desmoronarse, poco a poco, sin que nadie meta las manos para repararlo y con actos como los generados por Benítez, aceleran todavía más su desvanecimiento.
Qué pensaría Carlos Herrera si viera a sus compañeros de partido dándose hasta con el “molcajete”, qué diría si los viera sentados ahí con sus caras largas, en sus mesitas de Sam´s en las que Hipólito no alcanzó lugar, no puedo ni imaginarlo.
La verdad es que al PRI de Durango le urge una refundación, una operación “a corazón abierto”, una reconquista de sus bases, una nueva dirigencia que los llame a la unidad, al orden y a la decencia.
Los tiempos no están para menos, la política y sus figuras pierden adeptos cada vez más, no son bien recibidos, los ciudadanos quieren alejarse de los temas relacionados con la política y si (en general) los partidos no se “ponen las pilas” seguramente estarán condenados a acabar así como acabaron Luis Enrique, Anavel, Hipólito y Raúl.
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