ESPECIAL.- No importa en qué parte de México o del mundo ocurran. Las tragedias y asesinatos de menores conmocionan, sobre todo cuando son víctimas de los cárteles de la droga.
Esta impotencia que va más allá de las fronteras México-americanas, es lo que invade a la comunidad de la Epic Charter School, en Oklahoma, pues uno de sus más jóvenes integrantes, Simei, de apenas 13 años, terminó su vida de forma abrupta tras una balacera en Tamaulipas durante sus vacaciones.
En medio del duelo, la comunidad estudiantil olvida la distancia de mil 300 kilómetros y lanzó una colecta.
A través de donativos buscan recabar 50 mil dólares con el fin de apoyar el tratamiento médico de los familiares de Simei, hospitalizados en Monterrey, así como el funeral del menor.
En apenas 24 horas la comunidad dejó sentir su apoyo no sólo en lo financiero, pues se han recabado poco más de 45 mil dólares; sino también en lo anímico.
Muestras de apoyo y palabras de aliento son ofrecidas a la familia, aunque en la penumbra del duelo no tengan el eco necesario para sobreponerse a la pérdida.
Algunas voces como la de Silvia Alemán, señalan que "sienten mucho el gran dolor por el que están pasando, y espera que Dios les de las fuerzas para aguantar y seguir adelante, sabiendo que pronto todo será cosa del pasado".
Hasta las 2:00 de la mañana 916 personas habían realizado donativos a la causa de la familia López, con apoyos desde los 5 hasta los 200 dólares.Lo que serían unas vacaciones alegres e inolvidables terminó en la peor pesadilla de una familia mexicana.
Simei, junto con su madre Juanita y su hermano Abdiel, así como otros familiares, viajaron a México y regresaban a Oklahoma. Pero al circular por las carreteras de Tamaulipas por la noche les cambió la vida.Un comando los atacó.
Abdiel y Juanita se encuentran gravemente lesionados en el Hospital Universitario, a donde fueron trasladados desde Ciudad Mier. Simei murió en el lugar del ataque.
Oscar, el padre de familia, no viajaba con ellos, pero al saber del atentado se trasladó a México y ante la urgencia de mejor atención médica, busca llevarse a su familia a la unión americana.
La comunidad que radica en Oklahoma sabe que no hay peor dolor que el de perder un hijo, y ayudan en lo poco que pueden.
Y mientras la delincuencia que tomó Tamaulipas sigue enraizando con más fuerza y escala la violencia, una familia llora, un padre suplica al cielo, y un joven amoroso, dedicado y tímido dejó escapar su último aliento en un sitio donde los culpables continúan impunes.
dezr