DURANGO.- La historia de Don Lucrecio comienza desde los 6 años de edad, quien por necesidad vende productos alimenticios en los mercados y tianguis de la ciudad, pues ahí encontró una manera de sobrevivir y mantener a su familia, aunque sus hijos y esposa ya no viven, ahora él se tiene que hacer cargo de su manutención y estos días se la ha visto muy difícil.
Don Lucrecio se instala cuatro días a la semana en los tianguis que se encuentran al oriente de la ciudad, aunque no toma las medidas de higiene pues es uno más de los que piensa que este virus es un castigo de dios, no pierde la fe y esperanza en que será un día exitoso de ventas para así sobrevivir en estos días que han sido difíciles para los comerciantes.
Todos los días camina desde la colonia Justicia Social hasta la colonia Emiliano Zapata, su carrito es el único patrimonio que le queda, y aún a sus 88 de edad saca las fuerzas necesarias para continuar con su día a día.
Don Lucrecio hace un llamado a la ciudadanía para que ayuden a consumir a los pequeños comercios ya que de estos se logran mantener familias que viven al día.