MONTERREY.- Cada 2 de noviembre la tradición mexicana celebra el Día de los Difuntos pero, ¿se imagina convivir diariamente con la muerte?
Carlos Reynosa, quién desde hace más de 26 años se dedica al oficio de embalsamar cadáveres explicó que al momento de elegir esta labor sabía que las agallas, el respeto y amor al trabajo, formarían parte de su rutina.
Sus largas jornadas de entre 12 a 18 horas comienzan colocándose las barreras de protección que constan del gorro, el mandil y botas. Adicionalmente por la pandemia, agregaron la utilización de la careta y cubrebocas.
Carlos Reynosa aseguró no tenerle miedo a su trabajo, sin embargo, confesó que a largo de su trayectoria ha tenido inexplicables acontecimientos en el laboratorio.
El especialista comentó que la pérdida de un ser querido es dolorosa pero también costosa, debido a que este proceso ronda entre los 2 mil 500 a los 4 mil pesos, sin contar el monto de los ataúdes que puede ir desde los 6 mil hasta 20 mil pesos.
Reynosa detalló que el proceso consta de cuatro etapas, iniciando con la bomba de inyección para sustituir la sangre por químicos conservadores y germicidas. Posteriormente la extracción de líquidos y materia sólida del área del tórax.
En la tercera parte concluyen con el aseo general y facciones de apariencia dónde se peinan y maquillan según sea el deseo de familiares. En la última etapa del proceso, los visten.
mvls