A partir de las siete y media de la noche, en los bosques de Nanacamilpa, Tlaxcala, toda luz artificial se apaga para el avistamiento de luciérnagas en su santuario, el cual maravilla a cualquiera, incluyendo los miles de turistas que lo presencian cada semana, sin saber que ellos mismos son su mayor amenaza.
Al poniente del estado de Tlaxcala se encuentran 4 mil 60 hectáreas de zona boscosa, de las cuales, en más de 200 se ha permitido el acceso a visitantes desde 2011. Se acondicionaron 15 centros de avistamiento donde los visitantes pueden hospedarse en cabañas o acampar a la intemperie para observar las luciérnagas.
Cada Macrolampis palaciosi vive hasta un año, entre junio, julio y agosto comienza su etapa reproductiva, con la que originan un atractivo luminiscente natural, como parte de su ritual de apareamiento. De acuerdo con estudios realizados por el doctor de la facultad de Ciencias del Departamento de Zoología del Instituto de Biología de la UNAM, Santiago Zaragoza Caballero, la especie es endémica de los bosques de Nanacamilpa.
Tan solo en Santa Clara hay 12 senderos repletos de hojarasca y encinos, principal hábitat de la luciérnaga, para que los turistas puedan tener una mejor contemplación, pero el número de caminos adaptados con guías que asisten los recorridos ya no parece ser suficientes ante el elevado número de visitantes que transitan en una noche. Se han reportado hasta 13 mil visitas mensuales y 900 sólo los sábados.
Ante la problemática que está generándose con los números crecientes de turistas, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) ha implementado programas de restauración y tecnificación silvícola, práctica de manejo de la vida silvestre y formación de brigadas rurales que monitoreen las zonas de avistamiento; todo ello en pro de la reactivación de la economía y la permanencia del turismo que ofrece este Santuario.