Ciudad de México.- Lenta, casi imperceptible, avanza la justicia para los 49 niños de entre cinco meses y cinco años de edad que perdieron la vida, así como para los 106 menores que resultaron heridos en el incendio del 5 de junio de 2009 en la Guardería ABC, en Hermosillo, Sonora.
Durante la tragedia, algunas maestras de la Guardería ABC hicieron todo lo humanamente posible para rescatar a la mayor cantidad de bebés de entre las llamas, y hasta la fecha, mantienen secuelas psicológicas por lo ocurrido.
Aquí los testimonios:
“Los saqué de los piecitos”. María del Carmen León, 53 años
Fui la primera que vi el humo; gritaba, nada más gritaba para que levantaran a los niños, porque la guardería se estaba quemando.
Cuando abrí la puerta, ahí se acabó todo... no podía ver nada y como pude comencé a sacar a los niños, pero no se podía ver nada, el humo me ahogaba, sentía que me quemaba cuando respiraba.
Fue una odisea sacarlos, tuvimos que tirarlos a las banquetas, me tocó sacarlos de los piecitos. Todavía me acuerdo de sus caras, las tengo grabadas; adentro, en la guardería, estaba hirviendo. Lo que quiero es que sepan que los niños que están vivos es porque nosotras los sacamos, no hubo tiempo de más. Yo tengo un daño neumológico por aspirar tanto humo y otro psicológico que hasta ahorita el IMSS no me ha querido atender.
“Intenté quitarme la vida”. Marina Isabel Flores, 50 años
Intenté quitarme la vida, estuve tres veces en el psiquiátrico. Todas las maestras seguimos en terapia, ya no tenemos calidad de vida, ya no somos las mismas. Hemos sido discriminados por los padres, nos han agredido y amenazado.
Un día estábamos unas compañeras y yo en un restaurante y llegó el gerente y nos dijo que nos fuéramos porque ahí estaba el padre de un niño que había fallecido.
No nos querían ahí. No entendemos por qué los papás se nos voltean y nos dicen: “Ustedes son culpables, ustedes son unas asesinas”, pero hicimos todo lo humanamente posible, nos faltó tiempo. Mi viacrucis comenzó cuando la directora de la estancia me envió a colaborar en el hospital: había niños que no se podían reconocer, había algunos totalmente quemados.
“Siempre nos han visto como culpables”. Adriana Gasca
Me costó mucho conseguir trabajo, dejaba solicitudes, pero por el hecho de haber trabajado en la Guardería ABC, me dejaba fuera. Y si me daban trabajo en alguna estancia, llegaban los papás de los niños de la guardería y lo tenía que dejar porque me discriminaban.
Lo único que queremos es que los padres sepan que nosotras no somos culpables. Yo hice todo lo que pude para salvar al mayor número de niños. No sabíamos si estaban vivos o muertos, pero se miraban todos negros, todos tiznados por el humo. Yo los limpiaba con mi bata.
Es una lástima, pero nadie se acuerda de nosotras, las maestras. La sociedad jamás ha reconocido que nosotras ayudamos; al contrario, siempre nos han visto como culpables, pero no lo somos, porque nosotras no prendimos el fuego en la guardería.
“Dependo de mis pastillas o me vuelvo loca”. Maribel Hernández, 52 años
Nadie hubiera querido que sucediera eso, nosotros no somos culpables. Los verdaderos culpables están en la calle. Yo fui la que sacó al primer bebé. En 2015 la PGR pretendió acusarnos de homicidio, omisión y lesiones, eran varias cosas de las que nos acusaban.
Un juez dijo que no, porque la evaluación de los peritos decía que, por la magnitud del incendio, ninguna persona hubiera podido hacer más de lo que nosotros hicimos. Aunque ha pasado tanto tiempo, sigo en tratamiento psiquiátrico, psicológico y medicada.
Yo dependo de mis pastillas, porque si no me vuelvo loca. No me atreví jamás a volver a trabajar con niños, el incendio me afectó tanto que me divorcié. Mis hijos a veces no me aguantan, me deprimo constantemente.
A 10 años de la tragedia y del comienzo de la lucha de los padres de los niños fallecidos todavía no hay responsables claros por esos hechos, y quienes han sido señalados permanecen en libertad: 19 personas han sido sentenciadas; sin embargo, por tratarse de delitos culposos (no graves),ninguna está en prisión. Y a pesar de que los familiares de los menores exigieron que se enjuiciara a los copropietarios de la guardería, ninguna instancia federal o estatal lo hizo.