Luego de que llegó a 20 el número de personas que han sido encontradas en las calles con huellas de tortura en diferentes municipios del Área Metropolitana de Guadalajara, Rubén Ortega Montes, miembro del Observatorio de Seguridad y Justicia de la Universidad de Guadalajara e investigador del Cuciénega, explicó que el hecho obedece a que generalmente, son formas de operar de la delincuencia organizada para inhibir y castigar a quienes realizan actividades delictivas como robos y asaltos.
“Lo sabemos por lo que mencionan los propios afectados o lesionados y que afortunadamente hasta ahí llega y son privados de la vida como en otros casos en los que se han encontrado a tantas personas fallecidas y desmembradas. Esto es obviamente una falta de capacidad y de gobernabilidad de la seguridad pública porque si la seguridad no está cumpliendo primero con la prevención, luego con la erradicación de la delincuencia patrimonial como robos y asaltos; si lo está haciendo la delincuencia, en manos de quién está la seguridad”.
Señaló que esta situación solamente viene a ser indicador de una falta total de capacidad de respuesta en los cuerpos de seguridad en los casos de la Área Metropolitana y el estado de Jalisco y descartó que los afectados sean elegidos al azar: “Generalmente son personas señaladas y que han realizado un robo, entonces los grupos que podríamos llamar como guardias blancas de la propia delincuencia, entran a hacer un juicio sumarísimo con penas de las que están prohibidas en nuestra propia Constitución en el artículo 122” y agregó que si la población no obtiene una respuesta de los propios cuerpos de seguridad del estado, comienza a recurrir a estos grupos para pedir la protección.
Asimismo visibilizó que de no atenderse el problema de manera puntual por parte de la autoridad, los cuerpos de seguridad se estarían haciendo acreedores a adjetivos como el de la ineficacia e ineficiencia además de que la poca confianza que se tiene en ellos se acabaría por completo, llevaría a la sociedad a conformar pequeños grupos de autodefensa utilizando a los grupos de la delincuencia como mercenarios con el riesgo de caer en prácticas como las que se llevaban a cabo en los años 20 y 30 en ciudades como Chicago.
“Para mí es grave esta situación porque muestra la debilidad del estado y por ello qué grave es que quien tenga qué hacer justicia sea quien delinque en otras formas y de manera organizada, entonces se le va a tener mayor confianza a la delincuencia organizada que a la descoordinada seguridad pública”.