Puebla, PUE. Emma murió cuando tenía tres años de edad. La niña tuvo muerte de cuna y su familia decidió inmortalizarla con dientes y cabellos reales. Es una figura mortuoria, está hecha de porcelana y tiene un mecanismo que la hace cerrar los ojos y llorar.
Fotografiar a los seres queridos después de la muerte es una actividad que en la Inglaterra Victoriana, en el siglo XIX, era una forma de honrar a los difuntos y mitigar la pena causada por el duelo. En las imágenes las personas lucen como si estuvieran dormidos o reclinados elegantemente, pero todos están muertos.
La necrografía es la práctica de registrar a los muertos. En los casos más sublimes el acto se realizaba cuando la gente acababa de fallecer, pero en los más extremos las familias exhumaban los cadáveres y los retrataban.
Generalmente estas postales se distinguían porque a los cuerpos les colocaban flores de alcatraz, vendas y moños blancos en un fondo de color negro, este escenario indicaba que la persona estaba fallecida.
Estos retratos se imprimían en tarjetas para que los deudos las entregaran a amigos y familiares. Se plasmaban en cuadros de plata, un lujo costoso aunque insignificante ante la necesidad de preservar el recuerdo, tanto que la necrografía del siglo XIX se volvió un arte.
En ese tiempo también era normal que se conservaran mechones de cabellos en anillos y medallones. México vivió este episodio, pero con retratos desde el féretro. A finales de 1890 la gente moría joven y los niños fallecían a causa de las pandemias, no obstante a principios del siglo XX comenzaron a mejorar los servicios sanitarios para aumentar la esperanza de vida y la fotografía instantánea hizo sonar la última campanada de este arte.
Emma, la figura mortuoria de Puebla
Las figuras mortuorias son prácticas comunes de ese tiempo que reemplazaban a un ser querido cuando morían, especialmente menores de edad.
Una de esas historias es la de Emma, una niña que murió a los tres años de edad tras sufrir una muerte de cuna, por lo que su familia decidió inmortalizarla en una pieza con sus dientes y cabellos reales.
Actualmente la figura de Emma tiene 127 años, es mexicana. Su familia la trataba como humana, la llamaban por su nombre y se le respetaban sus costumbres.
Está elaborada de porcelana y tiene un mecanismo que la hace cerrar los ojos y llorar. En la espalda está su nombre grabado junto a la causa de su muerte, además, posee el sello de la casa escultora que la creó la cual es de origen judeo –germana.
La figura llegó a Puebla través de la donación de los descendientes de la familia. Actualmente Emma permanece en el Museo de la Bicicleta Antigua y el Objeto que se ubica en la calle Libertad privada Miguel Hidalgo número 6 de la colonia Benito Juárez, junta auxiliar de San Pablo Xochimehuacán.
Es natural que hoy, en tiempos que nadie retrata a los muertos, esta práctica resulte hasta condenable, ahora ya no se fabrican objetos para reemplazar a un ser querido, pero el ideal de la vida sigue siendo el mismo.
Memento Mori: recuerda de que debes morir.
INFORMACIÓN: ISRAEL GEORGE, TELEDIARIO DIGITAL.