La casa de transición de Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en el lugar más concurrido en la colonia Roma en los últimos tres días.
Desde el martes el virtual presidente electo usa esta casa como oficina para reunirse con su gabinete, con los políticos cercanos a su movimiento y para afinar los programas de su gobierno; la vida de la gente por ahí, ya no es igual.
El jueves pasado, López Obrador llegó a la calle Chihuahua de la colonia Roma a las 8:20 de la mañana para reunirse con Marcelo Ebrard y Héctor Vasconcelos y afinar los detalles de la visita del secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, el próximo 13 de julio; y para horas más tarde, anunciar el cambio de estafetas.
Vasconcelos quien era la propuesta para ocupar la Secretaría de Relaciones Exteriores se quedará en el Senado para que sea el ex jefe de Gobierno el que ocupe su cargo.
Los reporteros y camarógrafos invaden la banqueta y la vialidad atrayendo las miradas de los curiosos.
Algunos pasan en sus vehículos y preguntan ¿quién vive ahí?; otros, al saberlo, llaman por teléfono y anuncian la hazaña "¡No sabes en dónde estoy, en la casa donde está El Peje, aquí estoy con todos los medios, préndele a la tele!"; y unos más aprovechan para hacer peticiones.
Martha esperó en las puertas del lugar hasta ser recibida. Tenía una petición que entregar. Explicó que era trabajadora de Pemex pero que la despidieron y desde hace dos años que no tiene trabajo. A las 10:00 de la mañana le permitieron el acceso.
"Se lo di en sus manos, fue muy amable pero lo vi muy serio", contó a su salida que no fue de más de diez minutos.
"Yo no lo creía tan serio, en la televisión se ríe más", agregó su esposo al explicar que aprovechó para pedirle apoyo para su negocio.
Pero aquí no sólo llegan aquellos que esperan un beneficio, también aparecen los que quieren hacerle un regalo, como la señora Margarita, originaria de Chiapas.
En silla de ruedas y con ayuda de su hija fue a regalarle una camisa que ella misma había bordado y un vestido negro para su esposa Beatriz Gutiérrez. Aunque esperó durante horas, no logró entrar, pero dejó el regalo con el portero.
Otros, como Javier, esperaron a que Andrés Manuel saliera de la casa sólo para saludarlo, pues asegura que son amigos, "siempre he estado con él, con su lucha" y pide a los camarógrafos estar atentos porque "van a ver cómo sí me reconoce".
Los semáforos de las calles aledañas se han convertido en el lugar perfecto para que los seguidores del virtual presidente electo del país pidan una selfie o tan solo tomarle la mano.
Desde el 1 de julio la cotidianidad en los trayectos de López Obradordesapareció. Los vecinos de la calle Chihuahua esquina con Monterrey se han tenido que olvidar de la privacidad y de tener libre su espacio de estacionamiento.
Por el contrario, poco a poco se acostumbran al movimiento, a los gritos de los simpatizantes que esperan ver al tabasqueño y de las cámaras que entre las llegadas y salidas de invitados, no pueden evitar captarlos.