Francisco I. Madero.- Para María Concepción Sánchez, quien cuenta con 68 años de edad, pasará tristemente un Día de la Madre, ya que sus cuatro hijos la han abandono a su suerte.
Además, su esposo hace dos años falleció de diabetes, por lo que se ve obligada a pedir dinero en uno de los cruceros de Francisco I. Madero.
A pesar que su historia de vida es triste y muy dramática, María Concepción, no deja de bendecir a sus hijos, así como a su prójimo y le desea que siempre tenga abundancia en su corazón.
Con sus ojos verdes expresivos, con paño en la cara y gestos de angustia, Concepción, pide dinero entre los automóviles que se detienen por la luz roja del semáforo del cruce del bulevar Madero y calle Gustavo Díaz Ordaz, de la Zona Centro.
Arriesgándose que algún automóvil la atropelle, la madre abandonada es empujada por la necesidad de cubrir sus propios gastos que le genera, la vivienda donde habita; su alimentación; su higiene personal, entre otras necesidades.
Dijo que no tiene familiares que le ayuden, prácticamente está sola en la vida, ya que sus cuatros hijos, no la procuran y no sabe dónde se encuentran.
“Nací huérfana de padre y madre, no sé de mis padres, no sé quiénes fueron, lo único que sé, es que una familia bondadosa me recogió y crio, hasta la adolescencia y a partir de ahí a navegar”, dijo llorando.
Expuso que cuando era joven se encontró con un buen hombre que estuvo con ella más de 48 años, hasta que se murió.
“Fue padre de mis cuatro hijos”, aseguró.
Con los rayos del sol cayendo a plomo, Concepción se acerca a las ventanillas de los carros, buscando la moneda que algún buen samaritano le regale de buena voluntad y de buena fe.
“Apenas junto los 150 pesos, en un lapso de tres horas, de 9 de la mañana a 12 del mediodía, hasta esa hora puedo, ya que me empiezo a sentir cansada y con lo que junto me voy a comer algo”, narró.
Le mandó un mensaje al alcalde de Madero, Jonathan Avalos, el cual refiere que “Concepción se conforma con una despensa cada ocho días”, un poquito de todo.
Enfatizó que no se va a una “Casa de Atención a Ancianos”, de las que sustenta el DIF, ya que asegura que no aguantaría el encierro y ella prefiere su libertad.