Un mediodía de noviembre de 2006, Gustavo, un joven de 28 años, cometió el acto que le daría la estocada final a una vida marcada por la violencia y el abandono: asesinó a sus tres hijos.
Kevin, Christopher y Romina, de cinco, cuatro y un año de edad, murieron estrangulados por su padre en una vivienda de ciudad Nezahualcóyotl, en el Estado de México.
Las notas con distintas versiones del crimen cundieron en pocas horas; a la mañana siguiente se podían leer en varios diarios el encabezado de la tétrica historia del hombre que mató a sus hijos; fue entonces cuando llegó a manos del periodista Martín Moreno.
Por diez meses, Moreno recorrió los pasos de Gustavo Leonardo Hernández Sáligan, para intentar entender “¿qué lleva a un hombre a matar a sus hijos? ¿Por qué? ¿Qué vida tuvo Gustavo para que un día tuviera la entraña, la maldad y los motivos necesarios para matarlos?”.
Por la mano del padre (Aguilar, 2017), es resultado de esa inmersión en el contexto del asesino.
El periodista concibió esta historia primero como un reportaje en dos o tres entregas, pero la investigación arrojaba cada vez más información sobre ese personaje cotidiano, que decidió cruzar la frontera de lo legal.
“Desde el momento en que conocí la historia me propuse escribir algo de esto, qué iba a salir, no sé, pero para eso sólo había una opción que era investigar el caso… creo que a nosotros nos toca reconstruir estas historias, que no se pierdan”, dice el autor a MILENIO.
Martín Moreno habló con la esposa de Gustavo, el hombre que con una bufanda terminó con la vida de sus hijos, entrevistó a quien fuera su mejor amigo en la adolescencia, al joven que lo detuvo tras el filicidio, a los policías que lo trasladaron a la agencia del Ministerio Público e incluso, con el autor del crimen que impactó a toda una comunidad.
En las 214 páginas de Por la mano del padre Moreno recrea la infancia de Gustavo, en medio de la violencia cotidiana y el abandono.
“La violencia es la que marca, ciudad Neza es brava, su mamá era brava, la violencia afuera y la violencia en casa… esa violencia lo trastocó, lo enloqueció, lo llevó a otros caminos y a tomar la decisión más atroz que puede tomar un ser humano, que es asesinar a sus hijos”, dice el autor.
Realidad en carne viva
“Nada en verdad imagina Martín Moreno. Nada, casi nada reflexiona sobre la condición de los culpables y las víctimas. Nada inventa. Se limita a despellejar la realidad para mostrarle al lector, en carne viva, ardiente como una lija, una situación que no tiene vuelta hacia atrás”, dice Vicente Leñero en el ensayo introductorio del libro.
Martín Moreno plantea la violencia, el abandono, la mala suerte y las inseguridades de Gustavo, pero también los detalles de su vida en pareja con Mónica, las carencias, la forma en que volvían hábito los golpes y las llamadas de alerta de un camino que a posterioriparecía no tener otro fin.
“¡Te lo dije, chaparrita, si tú me hubieras hecho caso el día que nosotros lo detuvimos, te hubieras evitado todo esto…!” le dijo a Mónica una policía que alguna vez acudió a su rescate luego de que Gustavo la golpeara.
Tras el asesinato de sus hijos, los hubiera comenzaron a perseguir a Mónica: “si hubiera llegado antes, y si los niños mejor hubieran ido a la escuela”, y eso, las emociones que persiguen a la madre y las que atormentan al padre, también es narrado por el autor.
Desde el primero momento Gustavo aceptó su culpabilidad, la atribuyó a los celos, a la borrachera, al deseo intenso que tenía de lastimar a su pareja.
El hombre, de entonces 28 años, escribió una carta luego de extraer el último aliento de sus hijos, la ensayó en varios borradores y la dedicó “a una mujer bonita”, a Mónica, su esposa.
Esa carta y las posteriores, escritas desde el penal de ubicado en ciudad Nezahualcóyotl también son consignadas en Por la mano del padre, un relato de la violencia, esa que “tiene muchos orígenes pero un final seguro: la desgracia”.