Más de 40 años de ladrillero y dice que “Nadie nunca le agradece”

No tuvieron la opción de elegir si estudiar o trabajar, pues su única herencia fue aprender este oficio que les diera para comer.

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Hace 40 años el padrastro de don Martín Espinoza le enseñó el oficio de "ladrillero", él no tuvo la elección de elegir pues el estudiar no era opción. Ahora más que un trabajo este oficio se ha vuelto un estilo de vida.

A las orillas de la ciudad de Gómez Palacio se ubica el ejido San Ignacio, un lugar que por más de 40 años ha sido el semillero de decenas de ladrilleros que día y noche se dedican a la elaboración de este importante material de construcción.

Estos hombres de semblante cansado, pies llenos de barro y fuerza física interminable reconocieron que su labor no es valorada. Don Martín dice que nadie les agradece, nadie se acuerda de ellos.

No tuvieron la opción de elegir si estudiar o trabajar, pues su única herencia fue aprender este oficio que les diera para comer. A él su padrastro le enseñó y esto le permitió mantener a su familia hasta la fecha.

Sin importar que se ensucien ellos deben introducir sus pies y manos a una mezcla echa de arena y algo de cenizas pues son fundamentales para la elaboración del ladrillo.

En este proceso el calor y los rayos del sol se han convertido en sus mejores aliados. Ellos son los dueños de su tiempo y de lo que desean percibir económicamente.

Martín reconoció que este oficio se ha ido perdiendo con el paso de los años, pues nadie le entra al trabajo duro. Por tal motivo invitó a los jóvenes a estudiar y buscar mejores opciones de empleo para ellos.

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