Puebla.- El Paseo Bravo es uno de los rincones más antiquísimos de la Angelópolis, que aún tienen vida.
La historia del Paseo Bravo
En 1840 fue construido como Paseo Nuevo y fue dedicado a Miguel Bravo, uno de los héroes de la Independencia Mexicana, que fue fusilado en este lugar.
A 180 años de historia, el rostro del que también fue llamado "Paseo de la Emperatriz", ha sido transformado incensantemente.
En los inicios del siglo XIX tenía una horca y con el paso de los años se convirtió en cementerio, donde 3 mil almas fueron sepultadas.
Fungió como una Alameda Central en la etapa de Maximiliano y Carlota.
Con el pasar del tiempo, y en la época Porfiriana, la colonia francesa regaló su más bella reliquia, el reloj del Gallito, que se ha convertido en un punto de encuentro para los poblanos.
Este monumento fue un obsequio en conmemoración del centenario de la Independencia de México.
La Plaza de toros y el zoológico
Durante los primero años del siglo XX, albergó una plaza de toros. Y cerca de los años 50 se le edificó un quiosco y un pozo de agua sulfurosa. Fue ahí, cuando el entonces gobernador Rafael Ávila Camacho mandó a construir una pista de patinaje.
En la década de los 60 existió un zoológico, un herpentario y un museo de historia; pero tras la muerte de un león, el famoso y querido César que fue acribillado en una madrugada, los animales fueron llevados al que sería Africam Safari.
El Paseo Bravo siguió su etapa como espacio de recreación, pero ahora con juegos mecánicos y un lago artificial, que al llegar los años 80 desapareció.
Se le agregaron otras fuentes, monumentos y bancas; y es hasta ahora uno de los lugares público con historia viva más importantes de la Puebla de antaño.
CON INFORMACIÓN DE ISRAEL GEORGE - TELEDIARIO DIGITAL Fotos: Puebla Antigua (Facebook)