Durango.- Muchas veces hemos escuchado que, se habla de la inclusión laboral, sin embargo, la realidad es otra; ya que, a pesar de que se han impulsado diversos proyectos, la gente sigue estigmatizando a las personas con discapacidad, al creer que, no podrán realizar un trabajo como una persona “sana”.
En este sentido, y ante esta barrera, por parte del DIF Estatal, se ha buscado impulsar el Centro de Atención y Socialización para personas con Discapacidad (CAS); logrando así obtener grandes resultados y satisfacciones.
Dicho centro fue fundado hace más de 50 años, un diciembre de 1968, llevando el nombre de Instituto del Niño Atípico de Durango A.C, por Alicia Aragón de Páez, durante el gobierno del ingeniero Alejandro Páez Urquidi.
Y este centro buscaba ayudar a los niños con discapacidad y a sus familias, para poder salir adelante con algunas terapias.
Posteriormente aproximadamente en 1992, durante el gobierno de Maximiliano Silerio, se analizó la posibilidad de no solo brindarles educación y terapias, sino también herramientas para volverse independientes y de cierta forma autoemplearse.
Esto por medio de talleres como son la repostería, panadería y el armado de escobas y trapeadores.
La tarea no ha ido fácil
Y sí, tal vez como se dice, la tarea no ha sido fácil, tanto para los gobiernos, como los padres de familia y los maestros el resultado sigue siendo un impulso para mejorar.
En este sentido, el instructor de panadería, Alfonso Adame Corchado, dijo que, cuando el proyecto inicio, contaron con el apoyo de una maestra de educación especial, quien los enseño a tratar con los niños y jóvenes en este tipo de condición; recordándoles que, la paciencia, el respeto y el cariño, son la base para lograr los objetivos.
“Cada gobierno tiene sus ideas, pero lo importante es que, son conscientes del bien que se realiza en este lugar, ya que nosotros les seguimos brindando herramientas a los muchachos para que salgan adelante y ellos lo agradecen” dijo.
Por su parte, la instructora de repostería, Dora Soledad Páez Herrera, señaló que, las muchachas que ahí se encuentran, saben manejar ocho tipos de galleta de repostería fina; “aquí sin duda debemos tener paciencia para entenderlos, ya que la satisfacción es más grande porque las preparamos para que sean útiles a la sociedad y se sientan parte de todos sin ninguna diferencia” expresó.
“Los limites son personales”
Así es, los imites son personales y cada quien decide hasta donde va a llegar, pero son precisamente ellos, las personas con discapacidad, quienes demuestran que los limites no existen, ya que el trabajo que se les ha encomendado lo realizan con mucho amor, pasión y deseo de salir adelante.
Y es el instructor José Luis Cepeda Valles, quien asegura que, hizo un llamado a las personas para que no estigmaticen a este sector de la sociedad, afirmando que, la mayoría de ellos pueden realizar un trabajo entre un 85 y 90 por ciento de forma autónoma, desarrollando diversas capacidades y habilidades; “ellos demuestran que las cosas las pueden hacer, pero como sociedad los relegamos” comentó.
Es así que, con este tipo de espacios, queda claro que el límite ya tampoco es el cielo, que cuando se quiere, se puede y cuando existen personas que estan dispuestas a ayudar, el resultado es fantástico; entonces ¿por qué no empezar a ser inclusivos y solidarios con los demás?