Es fácil determinar cuando estamos enfermos porque presentamos síntomas que nos alertan de que algo no anda bien con nuestro estado físico: tos, cuerpo cortado, dolores, mareos, etc. Acudimos con un doctor cuando estos persisten o incluso empeoran, y con un tratamiento podemos controlar o incluso eliminar por completo el mal que nos aqueja.
Pero, ¿qué pasa con la salud mental? Pues exactamente lo mismo, pero en muchas ocasiones ignoramos los signos que intentan advertirnos de algún desajuste hasta que terminan por agravarse notoriamente y dañar nuestra vida.
Por esto, debes poner atención a los cambios extremos que notes en tu estado de ánimo, en tus hábitos y en tu ciclo de sueño.
Todos nos sentimos tristes, enojados o estresados de vez en cuando, pero si de pronto notas que estas emociones llegan sin motivo aparente, con mayor frecuencia y prolongadamente, tal vez es momento de cuestionarnos qué anda mal.
De la misma forma, si pasan días en que te sientes extremadamente cansado por mucho que duermas, o si no puedes conciliar el sueño por muy fatigado que te sientas, deberías considerar pedir ayuda.
También es importante que estés alerta si detectas disfuncionalidad en tu familia, en tu trabajo o en tu relación de pareja, pues cuando no podemos sacar adelante ciertos aspectos de nuestra vida que antes dominábamos, es posible que algo esté afectando nuestra mente.
No te preocupes, esto no quiere decir que estés loco o tengas un trastorno mental, pero quizá necesites cierto apoyo para retomar tu camino antes de que una “gripa mental” se convierta en una “neumonía” y termine por invadir aspectos importantes de tu vida.