Puebla. Se fue tejiendo entre sueños e historias, sobre lagos y manantiales donde los colibríes volaban al margen del río de almoloya, hoy San Francisco.
La Nueva España fue construida por manos indígenas provenientes de Cholula, Tepeaca y Huejotzingo. Tierra sagrada que emergió en el valle del Huitzilapan, actualmente el alto, barrio que vio a nacer a la ciudad.
La misa fundacional de Puebla fue orquestada por Fray Toribio de Benavente, durante la mañana del 16 de abril de 1531, en un altar rústico del Paseo de San Francisco.
Antes de que las lluvias torrenciales modificaran el asentamiento de la Angelòpolis al Cuetlaxcoapan, al otro lado del río, donde un sueño religioso reza que unos ángeles trazaron el nuevo modelo urbano.
Pero entre la cantera y el ladrillo rojo se guarda un recuerdo, una maravilla que yace debajo de la Puebla que caminamos, la que recorremos..
Durante siglos, el río fue el proveedor de vida para el desarrollo de industrias y comercios. El cauce abierto de San Francisco llegó a tener hasta 20 puentes, el de Ovando es una reliquia que nos recuerda la Puebla que quedó en el olvido.
Pero la urbe creció, se inundó, el agua dulce se contaminó y el río se entubó. En 1964 inició la obra que tardó una década. El afluente de San Francisco fue sepultado entre toneladas de concreto. Una ciudad perdida que aún conserva un pedacito de lo que vivieron nuestros antepasados..
Hoy sólo existe este cauce abierto. Muchos sólo conocemos aquel paisaje por las imágenes del pasado y por la memoria de quienes lo vieron. Pero es inevitable pensar en los siglos del relicario de América sin su río de San Francisco.
ISRAEL GEORGE - TELEDIARIO DIGITAL