La historia de doña Rebeca Ramírez, originaria de Salamanca es especial y es que en cinco años dio a luz a 8 hijos, y te preguntarás cómo es que lo pudo hacer, pues es de las pocas mujeres que ha sido madre de cuatro pares de cuates.
Sus primeros hijos, un hombre y una mujer, nacieron cuando apenas tenía 14 años de edad, luego, la mujer salmantina, hoy de la tercera edad, tuvo al otro par a los 16 y más tardaron en crecer que en lo que ya estaba embarazada de los otros, es decir, a los 17 años ya tenía seis hijos y fue a los 18 cuando tuvo el último par.
“Sí pues quedé viuda a los 24 años y tuve cuatro partos de cuates y pues quede viuda y de todo salgo adelante yo sola, con lo que me dieron de mi esposo pues compré aquí (una casa) y yo sola he salido adelante porque estoy sola, no tengo a nadie”, comentó.
En la actualidad sus hijos más grandes tienen 55 años de edad y ninguno de ellos ha tenido cuates, incluso, la mayoría solo tiene de a dos cada uno, hombre y mujer.
Doña Rebeca cuenta que ser mamá de cuates se lo heredó su suegra a su esposo, quien también era cuata, ya que en su familia no cuentan con esos genes.
Pero ahí no termina la historia, pues su esposo, quien era de su misma edad, es decir, dos jóvenes de 18 años con 8 hijos que cuidar, falleció en un accidente laboral y ella se quedó a cargo de todos.
“Se murió mi esposo de un accidente, de un accidente en Petróleos, era de planta ahí y me quedé con 8 hijos y mi mamá y yo y dos hermanos y trabajaba en los restaurantes de ayudante de cocina, en eso trabajé yo”, comentó.
Sin embargo, dijo que eso no fue impedimento para no mandar a sus hijos a la escuela y que les dio los estudios que ella alcanzó, unos con secundaria, pero después, ya grandes, ellos tuvieron la oportunidad de meterse a la escuela por su cuenta y uno de ellos estudio idiomas en Estados Unidos, a donde se fue luego de tener una enfermedad de hernias.
Su mamá, es decir, la abuelita de sus ocho hijos, fue quien le ayudó con la educación de los mismos y quien los cuidaba cuando doña Rebeca trabajaba.
Sus hermanos, hermanas, cuñadas tampoco tuvieron cuates, porque dice, todos le tocaron a ella.
Recordó que para escogerles los nombres su esposo era quien se encargaba y a ella le tocó la parte más pesada, sin embargo, hoy se dice contenta por el trabajo que hizo como mamá y le da satisfacción compartir su historia.