Tras el sismo del 19 de septiembre de 2017, México se reconstruye desde sus bases, usando incluso los propios edificios colapsados como material para construir la nueva infraestructura.
Una vez pasada la emergencia y el trabajo frenético de miles de voluntarios, policías, socorristas, bomberos, marinos y soldados en busca de sobrevivientes en varios estados de la República, la pregunta de qué hacer con los escombros, se resolvió de manera creativa.
A diferencia de lo ocurrido hace 32 años cuando los escombros producto del terremoto se depositaron en cualquier parte, a falta de autoridad medio ambiental que emitiera regulaciones, esta vez, se encontró que es posible reciclar los materiales.
Al respecto, en entrevista con Notimex, Rubén Lazos Valencia, director general de Reglamentación Ambiental de la Secretaría del Medio Ambiente del gobierno de la Ciudad de México, explicó que la intención es reutilizar lo más posible.
“No se trata sólo de poner los escombros en un camión e irlos a arrojar a cualquier parte para que ahí se queden definitivamente”, dijo.
Hoy, a diferencia de 1985, existe una legislación federal y se firmó un convenio el 29 de septiembre, 10 días después del sismo.
Se trata de los “Criterios para el manejo de los residuos de construcción y demolición generados por el sismo del 19 de septiembre para los estados de México, Morelos, Puebla y Ciudad de México”, que establecen los lineamientos sobre cómo reusar los materiales de la demolición.
Explicó que actualmente, en la ciudad hay 24 demoliciones en curso a cargo de la Secretaría de Obras, quienes envían los residuos a 30 sitios, la mayoría en el Estado de México, donde se separan los elementos que se pueden demoler, para reusarlos en construcción de banquetas y obras públicas.
De acuerdo con los referidos Criterios, “el total de los residuos de la demolición pueden ser aprovechados mediante su reciclaje a través de la trituración”.
A partir de ese procedimiento, se obtienen productos para ser usados como sub-base en caminos, sub-base en estacionamientos, terraplenes, relleno sanitario (caminos y cubiertas) y construcción de andadores o ciclopistas.
Estos materiales también se pueden convertir en lechos para tubería, material para la construcción de bases de guarniciones y banquetas; rellenos y pedraplenes y bases hidráulicas.
Pero no todo es tan simple; además, el proceso se debe vigilar. De acuerdo con Rubén Lazos Valencia, un total de 25 patrullas de la Secretaría del Medio Ambiente capitalina, vigila constantemente las zonas protegidas de la ciudad, para evitar que el material de demolición termine ahí.
Al establecer sitios específicos que cumplan con los criterios acordados el 29 de septiembre, la ciudad gana áreas verdes, agua limpia y en general servicios ambientales.
En la entrada de cada uno de los 54 sitios autorizados los estados para la disposición de los escombros, se tienen que separar materiales como blocks, tabicones, adoquines, concretos (simples y armados), cerámicos, asfaltos, mampostería, tabiques, ladrillos, morteros y residuos de excavación.
Pero de acuerdo con Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, norma creada después de los sismos de 1985, ahí donde se depositen temporalmente los materiales de demolición, no pueden mezclarse otros elementos, ni se puede estar cerca de barrancas o cuerpos de agua.
Por ejemplo, se debe evitar la contaminación con textiles, plásticos, madera, cartón, empaques, yesos, vidrios, otros metales, residuos orgánicos, productos de limpieza, pinturas, envases de pinturas, por citar algunos.
De ahí que en cada uno de los rellenos se deben separar residuos electrónicos, pues sobre todo en los primeros momentos, los residuos llevaban por ejemplo computadoras, teléfonos celulares, televisores y electrodomésticos, que quedaron confundidos con los escombros.
Sobre este particular, Lazos Valencia recordó que la Ciudad de México tiene vigente la norma ambiental número 7, que regula la construcción de guarniciones y banquetas con materiales reciclados y la norma 24, que regula la separación de residuos.
Con la primera, las delegaciones logran incluso duplicar su capacidad para reconstruir banquetas, mientras con la segunda se espera disminuir al mínimo los residuos que ya no se puedan reciclar.
En todo caso, los residuos producto del sismo del 19 de septiembre, ya no serán un elemento contaminante, sino material para reconstruir la infraestructura, ahí donde la naturaleza generó destrucción.