Entre cerros de figuras caprichosas, parte de la Sierra de Jimulco en su zona norte, convergen dos ciudades, dos pequeñas poblaciones que viven del campo y del comercio.
Se trata de Ejido Flor de Mayo, Coahuila y Nazareno, Durango, entre ambos se comparte una belleza viva, donde el agua canta las 24 horas del día en un río dorado: “El Aguanaval”.
La cascada que tiene este sitio denominado “El Salto”, es atracción turística cuando el paso del agua que viene de Zacatecas, cubierta en su totalidad de lodo es elevado. Es en este lugar donde la noche cae y el ruido del agua acapara las calles de estas dos comunidades.
Apenas hace cuarenta años, fueron construidos tres puentes para comunicarse entre ambas comunidades.
La belleza se esté paisaje, es majestuosa al ser el único sitio del Aguanaval donde el río expresa mediante su sonido el peligro y hermosura de cientos de litros del denominado “Río de oro”.