Cuando el reloj marcó las 4 de la madrugada, Inocencio Castellanos estaba listo para salir de su casa. Hace siete años tuvo una operación a corazón abierto y encomendó su salud a la virgen de Zapopan. Acude año con año a la Romería. Mientras Inocencio viva, sus pies continuarán recorriendo los más de nueve kilómetros hacia la basílica de Zapopan cada 12 de octubre.
“Constantemente me tiene lleno de salud y mientras tenga vida y salud voy a seguir viniendo los siguientes años”, promete. “Yo de tanta fe que tengo pude venir y me vine caminando desde Guadalajara hasta la basílica de Zapopan, y gracias a Dios llegué bien. Vengo con mi familia y mi hija, y estamos bien y le sigo pidiendo a la Virgen que nos mantenga de salud y que nos siga dando licencia para seguirla visitando”.
Este año, la Romería 2020 se vivió de manera diferente. En pasadas ediciones las calles se abarrotaban con la presencia de casi dos millones de devotos. En esta ocasión la pandemia de covid-19 no lo permitió. Aunque las autoridades ya habían informado que los fieles no podrían hacer el recorrido, Inocencio y su familia fueron de los pocos que no faltaron. Por más de dos horas permaneció de pie, recargado en un poste y con un semblante de paz, en los alrededores de la basílica.
Este año su manda fue la misma: que en su familia todos gocen de salud, este año y el próximo 2021. Una vez culminada la misa de bienvenida, Inocencio regresó a su barrió en San Martín de las Flores, con la promesa de regresar con o sin pandemia.
CGE