Puebla. Hoy la iglesia católica venera a Santa Rosa de Lima, la primera mujer americana en ser canonizada.
Su nombre real era Isabel Flores de Oliva, nacida en 1586, quién con el paso del tiempo su madre la comenzó a llamar Rosa, debido a que el andar de los años su rostro se volvía sonrosado.
Fue laica y no religiosa. Vestía túnica blanca y manto negro, ya que si vida consagrada a Dios la llevaba en su propia casa.
Santa Rosa es patrona de las Filipinas, Patrona de las Armas de Argentina y del Paraguay y del Perú. Falleció el 24 de agosto de 1617.
El ex convento de Santa Rosa en Puebla
En la capital poblana existe un edificio de estilo barroco que data del 1698, que fungió como beatario de las monjas dominicas.
El espacio religioso fue dedicado en honor a Santa Rosa de Lima, pero con las Leyes de Reforma, el lugar fue convertido en cuartel militar, hospital psiquiátrico para hombres y después en vecindad; hasta que en 1973 fue habilitado como Museo de Arte Popular.
La leyenda del 'mole poblano'
La historia narra que en este convento nació el platillo más emblemático de la cocina conventual y la gastronomía de Puebla: el mole poblano.
Se narra que con motivo de una celebración por la visita del virrey Tomás Antonio de la Serna y Aragón, quién se encontraba de paso por la ciudad, pidió un platillo que deleitara su paladar, la hermana Sor Andrea puso su más grande esmero en un platillo que terminó por cautivar al virrey.
Ella molía en un metate casi un centenar de ingredientes y que los olores del guiso atrajeron a todas las hermanas del convento quienes dejaron sus actividades para ver de dónde provenía el delicioso y agradable aroma, cuando la madre superiora se dio cuenta del alboroto se acercó y rompiendo el silencio que debía de guardar dijo: “Hermana, ¡qué bien mole!”, con lo cual provocó las risas de las demás hermanas que le corrigieron diciendo: “Se dice: ¡qué bien muele!, hermana” y es por ello que se llamó mole a este platillo.