La Pascua de Cristo es el acontecimiento supremo e insuperable del amor divino. Es el fruto maduro y más bello que se nos ha dado como gracia de parte de Dios.
Como acontecimiento histórico está documentado por los testigos a los cuales se manifestó Cristo. Y con ellos podemos decir junto con la Iglesia que Cristo ha resucitado verdaderamente y se ha aparecido a los suyos.
La resurrección de Cristo es la que suscita y la que acrecienta la fe misma, que es un don de Dios y que a su vez se convierte en el núcleo y fundamente de nuestra vida. También es un vivir en la eternidad divina, es la vida plena y la vida en abundancia, pues como dijo el apóstol Pablo: “Si Cristo no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe”.
El acontecimiento de la resurrección no se limita a un conmemorar o celebrar, sino que se trata de actualizar y por eso el creyente tiene una vida nueva y está llamado a llevar esta vida en abundancia a los demás, es decir, llevar fe a donde hay incertidumbre, esperanza donde hay desesperanza, amor a donde hay guerra, alegría y serenidad a donde hay angustia y perturbación.
Que la pascua de Cristo sea el acontecimiento que lleve esta alegría verdadera a todos los hogares y todas las familias.