Los fabricantes alemanes de automóviles estaban tan empeñados en demostrar la limpieza de la tecnología de los motores a diésel que en 2014 financiaron un estudio que involucró a monos enjaulados que veían caricaturas en la televisión mientras inhalaban los gases que salían de un Beetle de Volkswagen.
La esperanza era que el estudio pudiera ofrecer un respaldo científico a las afirmaciones de los fabricantes de automóviles de que una nueva generación de motores a diésel era mucho más limpia que en el pasado. Lo que no sabían los investigadores era que el estudio fue un fraude: el Beetle estaba equipado con un software para reducir las emisiones en las pruebas de laboratorio: en el mundo real emitía 40 veces más el límite permitido.
El año pasado Volkswagen se declaró culpable de manipular los automóviles en Estados Unidos con un software que les permitió hacer trampa en las pruebas de emisiones durante casi una década, algo que le costó a la automotriz alrededor de 25 mil millones de dólares en multas, daños y recompras de vehículos. El experimento con los monos destaca hasta qué punto la automotriz alemana estaba dispuesta a ir para ocultar su fraude y aumentar las ventas de los vehículos.
Una descripción detallada y una recreación del experimento aparecen en el primer episodio del nuevo documental de Netflix, Dirty Money (Dinero Sucio) sobre las irregularidades corporativas que desde el viernes está disponible en el servicio de streaming.
El estudio de laboratorio involucró un Beetle 2013 de VW y una camioneta pick up F-150 más vieja trabajando en un dinamómetro —una especie de caminadora para automóviles que se utiliza en las pruebas de emisiones— y los gases que salían del escape se dirigían a través de una serie de tubos en unas cámaras. En estas cámaras había 10 monos que veían la televisión como una forma de distracción.
El estudio lo realizó el Instituto de Investigación Respiratoria Lovelace, en Alburquerque, Nuevo México, en 2014, pero nunca se concluyó o se publicó, de acuerdo con VW.
Lo encargó un grupo —que financiaron Volkswagen, BMW y Daimler— llamado Grupo de Investigación Europeo sobre el Medio Ambiente y la Salud en el Sector de Transporte (EUGT, por su sigla en inglés). El grupo de investigación fue creado en 2007 y se disolvió en junio del año pasado. Las tres armadoras dijeron que “toman distancia” del estudio.
James Liang, un veterano ingeniero de VW, quien fue condenado a 40 meses de prisión en agosto pasado por el papel que desempeñó en el escándalo de las emisiones, condujo el Beetle al laboratorio para hacer las pruebas y después solicitó acceso en tiempo real a los datos, de acuerdo con Michael J Melkersen, un abogado de Virginia que descubrió el experimento y a quien se cita extensamente en el documental.
Melkersen dijo en un correo electrónico que tiene más de 300 casos pendientes contra Volkswagen, y que el primer juicio comenzará el 26 de febrero.
Volkswagen dijo en un comunicado que toma “con toda seriedad” las críticas que hay sobre el estudio y se disculpa por la falta de ética laboral y el error de juicio de las personas involucradas. “Creemos que el método científico que se eligió en ese momento no fue el correcto”, agregó.
Volkswagen también dijo que “toma distancia de forma explícita de toda forma de crueldad hacia los animales. Las pruebas con animales contradicen nuestros propios estándares éticos”.
BMW dijo que “no lleva a cabo experimentos con animales”. Agregó: “El grupo BMW de ninguna manera tuvo influencia en el diseño o metodología sobre la forma como se llevaron a cabo los estudios en nombre de EUGT”.
El portavoz de Daimler, Jörg Howe, tuiteó: “Daimler no tolera ni apoya ningún tipo de trato con falta de ética contra los animales. Tomamos distancia del estudio de EUGT”.
El episodio, que se transmite por Netflix, de nombre “Hard NOx”, junto con un informe del periódico New York Times, provocó furor en las redes sociales.
“Esto es horrible”, tuiteó el grupo Personas para el Trato Ético hacia los Animales, una organización sin fines de lucro. “Se obligó a 10 monos a inhalar gases de diésel para un experimento de #Volkswagen”.
“Abominable”, tuiteó Transporte y Medio Ambiente, una organización con sede en Bruselas que cabildea a favor del transporte sustentable. “10 monos ocupando cámaras herméticas, viendo caricaturas para entretenerlos mientras inhalaban gases de un Beetle de Volkswagen a diésel manipulado”.