Le llaman El Paraíso, pero aquel sábado al mediodía era el infierno. La temperatura llegaba a 35 grados con sensación térmica de un horno y la arena que levantaban tres camionetas en La Laguna de la Testaruda, atrás de la colonia Miguel Terrazas, hacían ver a un Acapulco devastado por Otis como si tuviera un filtro sepia que dramatizaba la presencia de los cárteles.
“Ni se le ocurra tomar fotos, sólo mire”, recomendó un hombre a quien conocí en la periferia de la Central de Abastos del puerto guerrerense. Cargaba 24 latas de chiles que pensaba intercambiar por comida, cuando alguien gritó que estaban regalando despensas cerca de la Iglesia Filadelfia y brincó a la batea de un automóvil para ir por la suya.
Él y, al menos, unos 200 damnificados recibieron una dotación de víveres que sintieron como oxígeno cuando la catástrofe asfixia. Agua, miel, frijoles, papel higiénico.
Las entregaron hombres embozados que manejaban vehículos de doble tracción con ventanillas polarizadas y sin placas. No se anunciaban como crimen organizado, pero no era necesario que lo perifonearan: lo que parece un cártel en Guerrero, por lo general, lo es.
“¿De parte de quién le dijeron que entregan las despensas?”, pregunté y la mirada amable de aquel hombre se transformó en una ojeada con desprecio.
“¿Para qué le digo? Luego ellos ya no van a querer ayudarnos, mejor no le digo nada”.
Se fue cargando su despensa en bolsas negras y las 24 latas de chile. Las piernas le temblaban por falta de alimentos. En la noche, dijo, más camionetas de ese grupo criminal estarían por la zona de hospitales y necesitaba descansar para poder cargar más ayuda de regreso a su casa.
“Yo voy a agarrar todo”, se despidió. “El hambre no me pregunta ¿de parte de quién?”
Operan 10 grupos criminales en Acapulco, según Sedena
Un informe elaborado el año pasado por la Secretaría de Marina, consultado por MILENIO, reconoce que en Acapulco operan diez grupos criminales: dos tienen alcance nacional —Cártel de Sinaloa y Cártel Jalisco Nueva Generación— y ocho son regionales, como La Familia Michoacana, los Beltrán Leyva, Guerreros Unidos, Los Rojos, Los Tlacos, Los Ardillos, Cártel Independiente de Acapulco (CIDA) y Cártel del Sur.
Ellos se disputan, al menos, seis mercados ilegales en el puerto más famoso de Guerrero: narcomenudeo, explotación sexual, venta de alcohol adulterado, extorsión, secuestro y delitos ambientales. Pero la fuerza del huracán Otis fue capaz de cambiar, incluso, ese orden criminal.
Otros dos mercados ilegales podrían ser los protagonistas del “nuevo Acapulco”, si no se blinda la reconstrucción, coincidieron expertos entrevistados por MILENIO: uno en las zonas populares y otro en la zona turística, es decir, la que concentra a los habitantes más acaudalados.
En el primero ronda la amenaza de los préstamos usureros para quienes lo perdieron todo y necesitan dinero urgente para rearmar sus casas o negocios. Y en el segundo se asoma la amenaza del lavado de dinero, aprovechando que Acapulco requiere 270 mil millones de pesos para poner en pie hoteles, restaurantes y centros nocturnos.
Y una tercera actividad ilícita se acerca a medida que se retrasan los servicios de recolección de basura y se acumulan cuerpos y basura en aguas estancadas: la posibilidad de que el crimen organizado trafique con medicamentos —como sucedió en las etapas más críticas de la pandemia por covid-19—, pero ahora contra cólera y dengue.
Cárteles instigan al robo
Para lograr el primer objetivo, el crimen organizado está entregando despensas para ganar base social. Una fuente militar consultada por este diario ubica al Cártel de Sinaloa y al CIDA como los instigadores del robo a —al menos— 30 sucursales bancarias, cuyo botín fue utilizado para comprar víveres en Chilpancingo y Cuernavaca y entregarlos en la zona de desastre de Otis.
Otras células criminales saquearon negocios para acumular víveres y entregarlos después como ayuda supuestamente desinteresada.
“La entrega de despensas por parte del crimen organizado es el primer paso de un plan muy estudiado”, dice Manuel Añorve, dos veces alcalde de Acapulco.
“Así se están ganando el favor de los acapulqueños y luego les van a llegar con préstamos para los que no están bancarizados que terminarán con intereses muy por encima de lo que se paga a los bancos”.
En el grupo de WhatsApp Fracc. Las Playas, creado por vecinos para alertar sobre actos delictivos en Acapulco, una mujer reconoció que hay entregas del crimen organizado por las noches e invitó a los vecinos a aceptarla ante la falta de agua y alimentos.
“Pues si está en buenas condiciones, recíbala. Dios usa hasta los malos para que sus hijos coman”, escribió en el grupo, en el cual también circula un audio cuya fuente se verificó e identificó como damnificada en Coyuca de Benítez:
“La gente mala y encapuchada sí estaba robándose los víveres, corrían a la gente que estaba formada esperando para comprar algo y realmente sí hasta tiraron balazos para que se fuera la gente que estaba ahí esperando a comprar algo y ellos entraban a robar, ellos ni siquiera compraban”.
Julieta Fernández, diputada del Congreso de Guerrero, aseguró que a casi dos semanas de que Otis tocó tierra en el Pacífico, aún hay familias en la zona alta de Acapulco que no tienen agua potable, por lo que miembros del crimen organizado está entregando cervezas.
“En colonias como Santa Cecilia, Guadalupe Victoria, Morelos, Alta Progreso… ahí están repartiendo. Lo que pasa es que ellos (los cárteles) ya tenían el monopolio de la distribución de bebidas alcohólicas en Acapulco y algunos grupos también perdieron todo. El crimen, digámoslo así, también quedó damnificado, así que entregan lo que tienen a cambio de favores: cerveza a los que no tienen ni para beber un vaso de agua”.
Esa urgencia fue reconocida por Guadalupe —cuyo nombre real pidió ser cambiado por miedo—, vendedora de souvenirs en el Mercado de Artesanías cercano a la Diana Cazadora, en Acapulco, quien se instaló en un improvisado campamento frente a Palacio Nacional para pedir mayores fondos para los damnificados.
“Mi casa aún no ha sido censada por el gobierno ni la de mis vecinos. No sabemos si nos van a dar refrigerador o una cocineta, pero bien que ya llegaron ‘los otros’ a preguntar qué necesitamos”, dice, mientras me muestra su casa enlodada en una famosa colonia popular del puerto. “¿Quiénes son ‘los otros’? Pues ya sabe usted… los que andan en camionetas sin placas”.
Acapulco, lavandería del crimen
Salvador Mejía, experto antilavado de dinero, tiene una preocupación distinta: actualmente, México no cuenta con los instrumentos financieros para poder identificar si el crimen organizado quiere ocultar sus ganancias sucias detrás de contratos de obra pública o privada para reinstalar los servicios turísticos que había, por ejemplo, en la Costera Miguel Alemán.
“Tendríamos que tener un monitoreo de todas las empresas que van a formar parte de la reconstrucción y que esas empresas pasen por un censo del gobierno. Que la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) les pida información basada en la Ley Antilavado y que cada constructora diga de dónde vienen sus recursos. Hoy por hoy, no se ve voluntad para eso.
“Imagínate que el día de mañana nos enteramos que una empresa vinculada a la reconstrucción tiene nexos con el crimen organizado. Voltearíamos a ver a la UIF que dirige Pablo Gómez y le exigiríamos una responsabilidad, porque él evaluó y no encontró nada”, señala el especialista en crímenes financieros.
El socio director de la firma Asimetrics ve dos riesgos para los grandes capitales acapulqueños: uno, que los dueños de los negocios asegurados contra desastres naturales reciban en los próximos meses varios millones de pesos y que, ante un Acapulco aún paralizado por Otis, decidan irse para invertir en otros puntos turísticos del país.
O, dos, que esos dueños de negocios ya con dinero fresco en la mano decidan dejar Acapulco ante el temor de que el crimen organizado se entere que han cobrado a las aseguradoras y sean susceptibles de secuestros o extorsiones.
“La delincuencia organizada tiene ojos en todos lados y todo el tiempo en Guerrero. Se van a enterar en cuanto el empresario cobre el seguro y se van a ir contra él. En cualquiera de las dos alternativa habrá otros empresarios ajenos al puerto que levanten la mano y seguro habrá gente decente, pero también entre esas manos estará el crimen organizado.
“Si hacemos una lectura de las evaluaciones de riesgo que nos ha hecho el Grupo de Acción Financiera (GAFI) encontraremos que México no tiene sentencias por lavado de dinero y ese es el mayor hoyo negro que tenemos a nivel internacional contra el crimen organizado: no tenemos capacidad para acusar, procesar, sentenciar a quienes manejan los recursos financieros de la delincuencia organizada”, asegura.
En 2020, México consiguió sólo tres sentencias por lavado de dinero; en 2019, 19; y en 2018 sólo nueve, de acuerdo con el informe Estrategia Internacional de Control de Narcóticos elaborado el año pasado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, que critica que en el país miles de millones de dólares del crimen organizado se barajan con dinero legal y no hay capacidad para separarlos.
“Ya te digo que es 99.9 por ciento seguro que el crimen organizado querrá lavar dinero con la reconstrucción de Acapulco. Y no digo 100 por ciento porque a la gente le asustan las certezas, pero no hay modo de que los cárteles no quieran una enorme porción del pastel de la reconstrucción”.
cog