El submarino capitaneado por José Rosario Segura no se detuvo cuando la Guardia Costera se lo ordenó. La policía marítima comenzó a dispararle y, como siguió su trayecto, lanzó llamaradas de fuego. Aun así, no paró.
Con el sumergible vessel en movimiento, uno de los oficiales saltó a la embarcación, tomó el control de los motores y retiró las líneas de combustible para detener al buque que transitaba por la costa de San Diego, California.
La escena se repite en expedientes de las cortes estadunidenses, donde se han prendido los focos de alerta frente a un fenómeno creciente.
De Colombia a San Diego, pasando por Oaxaca, los cárteles mexicanos están utilizando al Océano Pacífico como “autopista” de narcosubmarinos.
Una investigación realizada por MILENIO revela que al menos 17 personas pelean por reducir sus sentencias u obtener su libertad en Estados Unidos, tras haber sido detenidos capitaneando o tripulando submarinos. En la mayoría de los casos, el Departamento de Justicia les ha sacado confesiones que revelan que estaban al servicio de los cárteles mexicanos.
Las detenciones ocurrieron en el Pacífico colombiano, en las costas mexicanas y en aguas internacionales en los límites de México y Estados Unidos.
En nueve de los 17 expedientes a los que se tuvo acceso se detalla que quien marcó la ruta fue el cártel de Sinaloa o el Cártel Jalisco Nueva Generación. En 2018 ocurrieron cuatro detenciones, al igual que en 2020. Para 2021 la cifra se incrementó a nueve arrestos.
Los narcosubmarinos se han convertido desde el 2020 en un problema de seguridad nacional para ese país. En el último informe del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (Homeland Security, por sus siglas en inglés), presentado ante el Congreso, reportaron que ha incrementado el uso de embarcaciones sumergibles y semisumergibles utilizadas por los narcotraficantes.
Los seis submarinos interceptados en los últimos cuatro años, donde arrestaron a 15 colombianos y dos mexicanos, son apenas la punta del iceberg de una forma de trasiego de drogas que, según las autoridades estadunidenses, va en aumento.
Incluso llama la atención que gran parte de los fondos de la Guardia Costera de ese país se aplican en misiones antidrogas en el mar: “Las organizaciones criminales transnacionales que operan a lo largo de la zona son una constante amenaza en evolución para nuestra estabilidad nacional y regional”.
Hermanos que se traicionan
Apenas el 7 de junio del año pasado, Rodrigo Pineda Torres, El Gordo, un narcotraficante colombiano de 53 años, se puso de pie para hablar en el estrado de la corte de Florida.
A diferencia de otros criminales que guardan silencio y se limitan a responder con un sí o un no, pidió la palabra.
Emocionado casi hasta el llanto, habló fuerte: “Quisiera decirle que nunca, nunca jamás quise ser un traficante de drogas. Nunca quise lastimar a nadie. Soy una persona buena. Nunca he querido causar ningún daño o perjuicio. Tengo mi familia en Colombia, tengo a mi mamá”.
Habló muy rápido y atrabancado: “Yo soy como vos, podría decir cabeza de familia, un incondicional que ha ayudado a mi madre y a mi familia. Nunca quise lastimar a los Estados Unidos. Por eso le pido perdón. Y es más, después de hablar con el trabajador social, me quiero dedicar a estudiar tal vez mecánica o soldadura, inglés”.
Las transcripciones a las que MILENIO tuvo acceso revelan que El Gordo fue uno de los seis detenidos por el desembarco de un submarino cerca de las costas de Oaxaca. Habían partido de Colombia en un submarino para México y se lo llevaron cargado de 5 mil 824 kilos de cocaína al Cártel de Sinaloa. Antes habían enviado otros dos, uno de ellos nunca llegó.
El Gordo fue uno de los que participaron en la construcción de los submarinos cargados de droga para integrantes del cártel de Sinaloa y su caso forma parte de una investigación del Grupo de Trabajo de Control de Drogas y contra el Crimen Organizado (OCDETF) de Estados Unidos.
Hace seis meses y tras las presiones del gobierno de ese país, El Gordo Pineda acordó un pacto de culpabilidad. Fue ese día cuando se desmoronó ante el juez y su familia.
“Le pido a mi familia aquí que me perdonen, perdóname por todo este dolor y sufrimiento que les he hecho pasar. Pero si Dios me lo permite los veré muy pronto. De ahora en adelante les prometo que seré una persona de buena voluntad y haré el bien”.
Su abogado Patrick Leduc, un veterano defensor de Florida, lo acompañó durante el proceso y tras las palabras de El Gordo Pineda le pidió al juez unos momentos:
“Sabe su señoría, yo tengo un montón de clientes diferentes. Llegan muchos, y ya sabes que llegas a evaluar a las personas para conocer su carácter. No lo estoy defendiendo, él lo acepta, pero yo creo que estoy teniendo la sensación de que hay remordimiento”.
Pineda lucía arrepentido de intentar llevar toda esa cocaína de Colombia a las costas oaxaqueñas, y lo que revela la transcripción, es que además participó en la construcción del submarino y utilizó conexiones para reclutar expertos en la fabricación de sumergibles.
La audiencia se convirtió en un drama familiar. Ahí, frente a su mamá, acusó a su hermano menor, Fernando Pineda Jiménez, El Padrino, de ser el líder de la organización criminal que transportaba drogas en submarinos para el Cártel de Sinaloa.
Su error, dijo ese día, fue contestarle el teléfono a su hermano. Ahí empezó el problema. Que si lo llamaba y le preguntaba “oye, tenemos un problema con el motor ¿qué hacemos?”. Otras veces le decía “está goteando ¿qué hacemos?”.
“Y por eso está aquí, está aquí con usted, es que le dio su capital intelectual (a su hermano)”, argumentó el abogado.
Según las conversaciones reveladas por el juzgado, El Gordo Pineda ofreció colaborar con las autoridades de Estados Unidos, aun así fue sentenciado a pasar 11 años en prisión. Él y los otros detenidos, Luis Ernesto Pérez-Quevedo, El acuerpado; Adrián Luna-Muñoz, La vaca; Yesid Eduardo Torres-Solís, El perro, y Héctor Ruiz-Angulo, El maestro, han recibido sentencias similares y continúan solicitando reducciones de sentencias por su cooperación.
Su hermano, a quien acusó de ser el líder de la banda de narcosubmarinos, le espera la audiencia de sentencia el próximo 11 de marzo.
Otros detenidos por operar embarcaciones para el Cártel de Sinaloa fueron los mexicanos José Loreto Gastelum Torres y Fredi Alejandro Gastelum, quienes fueron detenidos el 29 de enero de 2021 por la Secretaría de la Marina, en Topolobampo, cerca del Golfo de California. Transportaban 2.5 toneladas de metanfetamina y 100 mil pastillas de fentanilo. En esta detención estuvo involucrada directamente la DEA.
El caso se encuentra abierto en la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York y la sentencia que podrían recibir es de cadena perpetua.
Detenciones estilo Hollywood
Otros que se encuentran en cárceles y centros de detención esperando una condena o la reducción de la pena, son los colombianos José Rosario Segura Balentierra, Washington Ballesteros Asprilla, José Steven Estupinan Cuero y Lucio Montano Perlaza.
Estos fueron detenidos en la costa de San Diego, en Estados Unidos, el 14 de abril del 2020. Fueron interceptados por la Guardia Costera en un buque semisumergible que contenía 2 mil kilos de cocaína.
Los documentos de la corte revelan una detención dramática, parecida a una película de Hollywood: el submarino no se detuvo cuando la Guardia Costera se los ordenó, entonces le dispararon; como no paró les lanzaron llamaradas de fuego e incluso cuando esto falló, uno de los oficiales saltó en movimiento sobre la embarcación, tomó el control de los motores y retiró las líneas de combustible para detenerlo.
De hecho, el capitán del submarino, José Rosario Segura, ya se había embarcado en una misión idéntica: en 2016 fue interceptado por la Guardia Costera cuando operaba un narcosubmarino a 300 millas náuticas de México.
En esa ocasión, la embarcación se hundió en el fondo del océano, siendo imposible recuperar las drogas y con ello el cuerpo del delito. Fue sentenciado a 41 meses en prisión, cumplió su condena y fue deportado. Tan solo 18 meses después regresó con otro submarino. Esta vez fue sentenciado a pasar 16 años en la cárcel; sin embargo, apenas el 18 de febrero de este año apareció en el Sistema de Cortes que el colombiano está apelando la sentencia.
Misma historia la de los colombianos Darlin Abel Valencia, Leonardo Javier Estupinan Nazareno, Próspero Perfecto Anchundia Molina y Yadir Caicedo Quinones, quienes integran un caso que no apareció ni siquiera en los comunicados del Departamento de Justicia, pero que revela cómo operaron un semisumergible desde las costas colombianas. Fueron detenidos en 2018 en aguas internacionales del Pacífico.
Darlin Abel Valencia se encuentra en el tribunal de apelaciones del 11vo distrito, también esperando resoluciones. La presentó el pasado 21 de marzo de 2021 y quiere una reducción de la sentencia de 9 años en prisión.
La última detención relacionada con la operación de narcosubmarinos se reveló apenas el pasado 8 de enero de este año, cuando fue arrestado Óscar Moreno, El rey de los semisumergibles, en Colombia. En la operación participó la DEA, en conjunto con autoridades locales. Medios locales reportan que ya existe un pedido de extradición.
Según la Fiscalía de Colombia, la corte del Distrito Occidental de Texas tiene una acusación que revela que Óscar Moreno Ricardo tenía nexos con el Cártel Jalisco Nueva Generación, que encabeza el fugado narcotraficante Nemesio Ocegueda, El Mencho.
Aunque no existen estadísticas públicas de decomisos de narcosubmarinos, el Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos reveló en su último informe, presentado ante el congreso en 2020, que la Guardia Costera hizo efectivos 183 acuerdos con sus socios internacionales, específicamente con países situados en el Océano Pacífico y en el Caribe, para la intercepción en altamar de drogas. Esto incluyó la búsqueda de narcosubmarinos.
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