Todo fue por unas vacas. César Duarte duerme desde ayer tras las rejas de una cárcel mexicana por la red de corrupción que creó con ganado fino de Nueva Zelanda, con lo que desvió y trianguló más de 96 millones de pesos del erario de Chihuahua, que incluso habrían ayudado a lavar dinero de cárteles de la droga, robo de combustible y hasta de otros ex gobernadores investigados por actos de corrupción.
A inicios de este sexenio, MILENIO reveló que la Unidad de Inteligencia Financiera detectó, junto con la Secretaría de Relaciones Exteriores, que el gobierno priista de Enrique Peña Nieto había cometido omisiones intencionales en la solicitud de extradición del ex gobernador de Chihuahua para que no pisaba una cárcel en México.
A finales del 2021, la cancillería mexicana acreditó todos los requisitos para subsanar esas fallas y pedirle al gobierno de Estados Unidos que entregara al ex gobernador priista a la justicia mexicana por ser requerido por actos de corrupción, conspiración y malversación de fondos gubernamentales en Chihuahua.
El centro de esta solicitud de extradición fueron los hallazgos de la UIF difundidos por este medio: la creación de Unión Ganadera Regional División del Norte y Financiera de la División del Norte Sofom, de las que el mismo Duarte era socio y que usó para desviar millones de pesos con contratos irregulares de apoyo al campo que incluían, la adquisición de ganado fino en Nueva Zelanda.
La UIF detectó que se realizaban transferencias entre esa empresa, las cuentas del gobierno y Duarte.
La jueza Lauren Louis concluyó el año pasado que sí era sujeto de extradición, pues tan sólo en la última transacción detectada en diciembre de 2014, se desviaron más de cinco millones de pesos para la compra de ganado, que, en realidad, terminaron en poder del entonces gobernador.
Duarte adquirió dos mil 600 cabezas de ganado, las resguardaron en las instalaciones de sus empresas y desaparecieron casi mil 500 sin explicación alguna.
En total, se detectó que adquirió 700 mil en Nueva Zelanda en distintos paquetes. Por lo que la jueza estadunidense concluyó que intentó “privar al Estado de fondos para su beneficio concreto”.
Además, MILENIO reveló que Duarte usó el robo de este ganado para otro tipo de negocios, por ejemplo, la UIF detectó que algunas las vendió por 400 mil pesos al hermano de José Antonio Yépez Ortiz El Marro, líder del Cártel de Santa Rosa de Lima, quien llegó a liderar el robo de combustible en Guanajuato y actualmente se encuentra preso.
La última fotografía del Marro en libertad, es posando con una de estas vaquillas adquiridas a César Duarte y la misma UIF confirmó que en esta misma trama formaba parte el ex gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval.
El actual gobierno federal también detectó acuerdos de Duarte con funcionarios de distintas áreas de la administración priista para poder evadir la justicia, por ejemplo, la UIF denunció a principios de 2020 al ex director general de Procesos Legales, Mauricio Morena Balbuena, acusándolo de haber actuado a favor del ex mandatario al presentar una petición para reclasificar el delito de delincuencia organizada por asociación delictuosa y así, ayudarle a reducir la pena.
El ex priista iba un paso adelante. Desde 2014 comenzó a hacer transferencias millonarias al extranjero a través de quien la UIF identificó como su testaferro oficial: Eduardo Almeida Navarro, a quien le entregó contratos estatales a sobreprecios. Los movimientos sumaron más de 85 millones de pesos entre transferencias bancarias y retiros en efectivo.
Almeida compró en cuatro años siete vehículos de lujo de contado y Duarte Jáquez, directamente del gobierno de Chihuahua, se compró en 2014 un Mercedes Benz por casi un millón de pesos.
Por todos estos movimientos irregulares, Duarte duerme en prisión en Chihuahua, en la misma tierra que saqueó desde el poder.
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