Han pasado 365 días desde la exitosa captura del hijo más famoso de Joaquín El Chapo Guzmán y los cambios en el Cártel de Sinaloa están registrados en archivos militares como si fueran heridas de un expediente médico: Los Menores sufrieron heridas graves, pero no mortales, El Mayo salió ileso y se fortaleció en los meses siguientes del choque entre La Chapiza y las Fuerzas Armadas, mientras que las demás facciones de la organización criminal muestran contusiones profundas tras la decisión de abandonar paulatinamente el negocio del fentanilo ante el acoso del gobierno de Estados Unidos.
El reporte generado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)en diciembre del 2023, al que MILENIO tuvo acceso, da cuenta de los principales cambios que se generaron en el Año Viejo después del segundo Culiacanazo el 5 de enero pasado. Entre ellos, cómo Los Chapitos se vieron orillados a pedir una tregua a su enemigo Ismael El Mayo Zambada García, quien a los 76 años aprovechó el arresto de Ovidio Guzmán López –también conocido como El Ratón– para mejorar su posición en el tablero criminal del país.
De acuerdo con el documento, los hermanos Iván Archivaldo y Jesús Alfredo entablaron comunicación en febrero pasado con su “padrino” —el reporte no especifica si fue un contacto directo o a través de intermediarios— para solicitar un alto a las hostilidades entre ambos bandos con el fin de concentrarse en los enemigos comunes: el Ejército mexicano y la Guardia Nacional que, en conjunto con la DEA, buscaban alargar una racha ganadora de arrestos pedidos por la Casa Blanca.
El gobierno mexicano había demostrado en meses anteriores su efectividad para golpear a “extraditables” del Cártel de Sinaloa: cayó José Bryan Salgueiro, El 90, y días antes de la petición de tregua también fue arrestado Gerardo Soberanes Ortiz, El G1.
La intuición de Los Chapitos no falló: José Guadalupe Tapia Quintero, Lupe Tapia, un hombre muy cercano al Mayo, sucumbió días después en Culiacán, bastión que presumían estaba blindado tras el operativo contra El Ratón. Divididos —advirtieron los hijos del Chapo a su padrino— todos estaban en riesgo inmediato de pisar Estados Unidos.
“Pongámoslo así: en estos ambientes, el que propone la tregua tiene que perder algo. Y el que la acepta pone las condiciones. El Mayo puso las suyas sobre la mesa y se las dieron”, cuenta un militar destacado en Sinaloa y que participó en el arresto de Ovidio Guzmán.
Triada de condiciones
El Ejército Mexicano asume que fueron tres las condiciones del cofundador del Cártel de Sinaloa: la renuncia de ‘Los Chapitos’ al negocio del fentanilo para bajar la presión del gobierno del presidente Joe Biden, una alianza entre ambos bandos para enfrentar el arribo del Cártel Jalisco Nueva Generación a estados como Durango y Zacatecas y la promesa de que todos se activarían, sin reservas, en caso de que un operativo militar les sorprendiera.
A cambio, Los Chapitos recibirían ayuda para buscar una negociación con Estados Unidos y una mejora importante en su seguridad, lo que ocurrió el 22 de noviembre pasado: Néstor Isidro Pérez Salas, El Nini, entonces jefe de escoltas de Los Menores, fue entregado por el propio cártel debido a sus escándalos y alto perfil para sustituirlo por Óscar Noé Medina González, El Panu ligado a la familia Tapia Quintero y al Mayo Zambada.
“Las confirmaciones de ese pacto no tardaron en llegar. Ahí están, por ejemplo, las mantas que gente de Los Chapitos colgaban en los puentes para anunciar que se prohibía el negocio del fentanilo. Luego empezó la matazón de dealers que querían seguir ganando buen dinero vendiendo chiva, aunque estaba prohibido.
“Y luego empezamos a ver que las Flechas MZ —brazo armado del Mayo Zambada— ya estaban pegándole a las operativas del Cártel Jalisco con armas que conseguía la gente de Iván Archivaldo. Eso no lo habíamos visto antes”, asegura el militar consultado.
Todo cuadraba con la hipótesis de la tregua, incluso las llamadas anónimas que fluyeron con una velocidad inusual hasta las líneas de emergencia de la Secretaría de la Defensa Nacional sobre las ubicaciones de narcolaboratorios vacíos de personas, pero llenos de precursores químicos y máquinas tableteadoras.
Lo mismo pasó con supuestas traiciones al interior del cártel: operadores de mediano nivel —como El Acelerado o El Comandante Aurelio— empezaron a derrumbarse bajo la sospecha de que eran puestos por Los Menores para alimentar con pesos medianos a una DEA hambrienta de peces gordos.
Para los mandos militares en Sinaloa, Chapitos y Mayos se denunciaban entre ellos controlando los riesgos para usar los comunicados del gobierno mexicano como mensajes hacia Estados Unidos de que estaban tirando el fentanilo a la basura.
El acuerdo dio un mazazo a otras escisiones menores del Cártel del Pacífico como el clan Cabrera Sarabia, Los Guanos o la gente del Chapo Isidro, pues los dejó vulnerables para seguir con aquel negocio que en 2021 provocó 106 mil muertes por sobredosis en Estados Unidos. Si querían continuar traficando hacia el norte ese opioide sintético, lo harían solos y con el riesgo de que las prioridades de la DEA se volcaran contra ellos.
El Mayo Zambada ganó, según el documento oficial, al herir económicamente a sus rivales, fortalecer sus defensas en los estados que disputa y ganar influencia en la toma de decisiones de Los Chapitos. La enfermedad ajena se transformó en la renovación en la salud del más viejo de los líderes históricos del Cártel de Sinaloa.
Migrantes y vapeadores
Más cambios se produjeron tras la extradición de Ovidio Guzmán: al abandonar el negocio del fentanilo —que vale unos mil millones de dólares anuales, según la Comisión Especial de Combate al Tráfico de Opioides Sintéticos del Congreso de Estados Unidos— los tres Chapitos prófugos buscarían equilibrar sus pérdidas concentrándose en otros mercados ilícitos y en nuevas oportunidades de negocios sucios.
El reporte alerta que el vacío que dejó Ratón sería llenado con una irrupción violenta en el tráfico de migrantes indocumentados, una bolsa calculada en ganancias de 13 mil millones de dólares anuales, es decir, 13 veces más que el fentanilo. Para ello, usarían sus conexiones desde Chiapas y Tabasco hasta Baja California, Sonora y Chihuahua.
“Lo de los migrantes se colocó en el reporte porque es algo que ya se está viendo. Los secuestros masivos de centroamericanos en Altar, Sáric o en Benjamín Hill, allá en Sonora, es de gente de ellos mismos. Tenemos conocimiento de que se aumentaron hasta en 5 mil dólares el cobro por ‘brinco’ hacia California o Arizona”, asegura la fuente.
También se moverían a tráficos modernos, como las “armas fantasma”, que son la última tendencia entre poseedores de pistolas y rifles, quienes para evadir la supervisión de las autoridades, compran en línea las piezas sueltas de un arma para ensamblarlas en casa.
Y el tráfico de cigarros electrónicos provenientes de China, que tienen alta demanda entre menores de edad y adultos jóvenes en zonas turísticas. Aunque ese negocio ya se encontraba en sus manos, desde este año han arreciado los castigos contra quienes venden vapeadores de manera independiente o sin su permiso, como sucede con la venta de alcohol o máquinas tragamonedas.
El mayor ejemplo se hizo viral el pasado 4 de diciembre, cuando dos jóvenes fueron golpeados con tablas de madera y obligados a caminar desnudos por las instalaciones de la Universidad Autónoma de Occidente, campus Guasave, Sinaloa, debido a que supuestamente vendían vapeadores sin el permiso del cártel, un negocio cuyo valor global se estima para este 2024 en 26 mil millones de dólares, según el sitio Statista.
El parte militar de la salud del Cártel de Sinaloa tras la extirpación de Ovidio Guzmán es la de un cuerpo que, en un año, perdió una extremidad, pero tiene tres más y varias prótesis para seguir moviéndose. Enfermo, pero estable. Herido, pero no de muerte… aunque el gobierno mexicano y la DEA quieran ponerlo en terapia intensiva este 2024.
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