En la región centro de Guerrero, la delincuencia organizada tomó el control del transporte público. A los choferes les ordena callar, los mata o desaparece. En esta zona se gestó una relación crimen-transportistas, que desde el 1 de julio se tradujo en por lo menos 15 atentados contra trabajadores del volante. Quienes deciden salir a ‘ruleterar’ lo hacen en silencio y bajo amenazas.
Tierra Colorada, una localidad del municipio Juan R Escudero, se ha convertido en una zona de silencio autoimpuesto. Desde el lunes de esta semana, por lo menos 150 taxis y 40 camionetas tipo Urvan, pertenecientes a la Organización de Concesionarios del Transporte Público en el Estado de Guerrero (OCTPEG), dejaron de laborar, lo que dejó incomunicada a esta localidad de 13 mil personas, ubicada a 50 kilómetros de Chilpancingo.
Hasta este miércoles, comenzaron a operar las primeras unidades, sin embargo, lo hacen con miedo.
De acuerdo con testimonios recabados por MILENIO bajo la condición del anonimato, los choferes pararon labores “por instrucciones superiores” hasta que “no existan condiciones” para llegar a Chilpancingo o Acapulco.
La falta de transporte en Tierra Colorada ha sido intermitente desde el pasado 5 de julio, cuando se evidenció la narco relación tras la captura de Jesús Echevarría Peñafiel, El Topo, y Bernardo Chávez Cruz, líderes de la OCTPEG en las periferias de Chilpancingo, pero señalados por la Fiscalía General de la República (FGR) como dos de los principales generadores de violencia en Guerrero por su relación con el grupo criminal Los Ardillos, que lidera Celso Ortega Jiménez, y que mantienen una disputa con la organización antagónica de Los Tlacos.
Los grupos delincuenciales lograron hacer de los transportistas su base social. Camiones, taxis y camionetas tipo urvan, les han servido para controlar los accesos a diferentes localidades, y para mantener el flujo de información o halconeo. Esto, bajo un acuerdo que implica la movilización, el bloqueo y la generación de caos cuando se requiera.
Quienes se atrevieron a salir a trabajar desde este miércoles, lo hicieron en silencio, sin poder decir nada, por temor a terminar calcinados, como ya ha sucedido en Tixtla, en Chilpancingo o en la carretera a Tlapa. Y es que desde el 1 de julio hasta la fecha al menos 11 choferes han sido asesinados, por armas de fuego o quemados junto con sus unidades, de acuerdo con un recuento de reportes en la prensa local. Las autoridades estatales se negaron a dar una cifra oficial.
El miedo anda en Taxi. Los transportistas consultados conducen Tsurus amarillos, blancos y azules, y aunque aseguran que “nadie les prohíbe nada” y “no hay líderes”, rechazan conversar ante las cámaras de televisión;
“Es que sí queremos trabajar mañana”, ironizó uno de ellos.
En esta localidad se puede levantar pasaje, se finge demencia y en el mejor de los casos dicen “todo está normal” o “es que no nos dejan hablar”. Si el cliente quiere viajar a la capital se cobra lo habitual, 70 pesos, o las personas pueden ir a la terminal de autobuses donde solo hay tres corridas al día hacia Chilpancingo.
–Hasta hoy y no andan todas (las combis), una por colonia…
–¿A ustedes les ha afectado?
–Sí… caminando hasta el centro, confía María, habitante de esta localidad.
Mientras, los sitios de taxi mantienen cerradas sus persianas metálicas y cada mañana avisan en Facebook si habrá servicio o no.
“La cosa está peligrosa… ¿Para qué quieres? …Así vivimos más”, dice un taxista, quien prefiere guardar su identidad, conservar su vida y su vehículo.
En el centro, en la montaña y hasta en la costa
“Imagínense nosotros, vengamos (sic) viajando, yo viajo con mi hija y que nos toque una de mala de esas, pues sí está muy feo y está triste, porque yo creo que la mayoría de las personas, pues al ver eso se sorprenden… es feo”, así, Juani describe la situación que atraviesa el transporte en Tixtla.
Apenas esta semana se retomó el servicio, luego que el domingo 30 de julio tres hombres fueron asesinados y dos urvan de la ruta Chilpancingo-Copalillo resultaron calcinadas.
“No nada más yo lo sufro, a todos los ciudadanos (nos afecta) Tixtla… Potrero… Zacazonapan… son todos los pueblos cercanos…”, advierte Juani.
El atentado del domingo ocurrió en la carretera federal de Tixtla a Chilpancingo, y que históricamente ha sido disputada entre los grupos criminales por ser la ruta que conecta el centro, la montaña y la costa, para el trasiego de drogas.
Apenas la madrugada de este miércoles fue atacado un sitio de taxis en la región de La Montaña, en la carretera a Marquelia. Un chofer resultó herido. La mañana de este jueves fueron atacados a balazos otros dos choferes más sobre la carretera Tlapa-Chilapa, con un saldo de dos personas muertas, y la suspensión del transporte.
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