El 19 de noviembre de 2019, Marcelo Ebrard Casaubón se paró, como muchas veces, en el estrado presidencial. Vestía una gabardina negra, pero a diferencia de su habitual soltura, esa mañana carraspeó y pasó saliva ante la mirada atenta de su jefe. El canciller estaba experimentando uno de los momentos más complicados de su carrera política.
“Lo que está defendiendo México es un principio. La persona va a ser sujeta a una investigación en México, para eso se pidió a Estados Unidos toda su evidencia. No existe el escenario de impunidad, sería muy costoso haber optado por tener esa conversación y lograr que se desestimaran por primera vez en la historia los cargos contra un secretario de Estado. Sería casi suicida”, dijo frente a los reporteros que acudieron a la conferencia mañanera.
Lo que lo alteraba públicamente, y solo los cercanos sabían, era que unos días antes había vivido la peor crisis desde que llegó a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Tres semanas antes, sin decirle ni una sola palabra, el gobierno de Estados Unidos en conjunto con las poderosas agencias de seguridad, habían detenido en Los Ángeles, California, al ex secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos. Lo acusaron a través de una intercepción de chats a sicarios —con unas capturas de pantalla— de estar coludido con el narcotráfico y de haber recibido sobornos del capo Juan Francisco Patrón Sánchez, El H2.
Para ese día, tras semanas de máxima tensión con el gobierno más poderoso del mundo, el canciller había logrado que Estados Unidos regresara al general y desestimara los cargos en su contra. Dicho por el mismo Ebrard, este se convirtió en el momento más duro de su gestión hasta el día de hoy.
En entrevista con MILENIO, el canciller, quien también aspira a convertirse en candidato presidencial en 2024, habla de los momentos más álgidos de su carrera política: del caso Cienfuegos, de su relación con Estados Unidos y de las crisis políticas que han venido, como el colapso de la Línea 12 del Metro. Pero también recuerda su pasado: ese que lo conectó con el presidente Andrés Manuel López Obrador y con la izquierda mexicana, y hasta de episodios que vivió en el pasado, como el linchamiento en 2004 de policías en Tláhuac, y cómo, gracias a ello, conoció la venganza política.
Hoy aspira por segunda vez a ser abanderado presidencial y deja en claro que sí va, y espera que su partido realice una encuesta seria para elegir al candidato más competitivo.
—Canciller, recuérdenos cómo llega al presidente Andrés Manuel López Obrador, parte del acercamiento se da cuando usted decide declinar a su candidatura al gobierno del Distrito Federal, en el año 2000—
"En ese entonces se viene la ola azul y ya acercándonos a la fecha de la elección hacemos una evaluación (en el Partido del Centro Democrático) y decimos que no vamos a conseguir el registro nacional por la ola.
“Entonces, conclusión: yo pensé que lo que hay que hacer es apoyar a Andrés Manuel López Obrador, yo no tenía relación política con él, salvo que lo había visto en una marcha en Ciudad de México, pero no éramos cercanos políticamente. Entonces ya nos reunimos y le digo ‘pues te queremos apoyar para que ganes’ y a lo mejor ha de haber pensado ‘qué presuntuoso’, ¿no?, ¿Cómo si me fueran a salvar?”
Tras el triunfo de López Obrador en la capital, Marcelo Ebrard no aceptó ningún cargo público. Estaba triste y necesitaba espacio, pues el partido que construyó había perdido el registro.
Se mantuvo fuera de la política hasta el 2002, cuando fue invitado por López Obrador para encargarse de la Seguridad Pública de la capital, luego de un berrinche del presidente Vicente Fox, quien había rechazado la designación de otro elegido. No podía decir que no dos veces, reconoce Ebrard.
Linchamiento en Tláhuac: conocer de venganzas políticas
Fue entonces cuando conoció de venganzas políticas. El 24 de noviembre de 2004 apareció en los diarios nacionales la noticia de que en un lugar llamado San Juan Ixtayopan, en Tláhuac, los pobladores de la zona habían golpeado y quemado a tres agentes policiales.
Los hechos ocurrieron a las 18:30 horas y, según los reportes de la época, la policía intervino hasta las 21:00 horas. Miraron desde lejos por temor a los pobladores que estaban enardecidos. Asumieron que serían liberados luego de ser golpeados.
Fox responsabilizó a Ebrard de la tragedia. Unos días después, el panista cesó de su cargo al entonces secretario de Seguridad Pública de la capital y dio la noticia a través de un comunicado, el cual, para su regocijo, leyó él mismo.
"Este suceso, por un lado, te deja ver la frivolidad porque en materia de seguridad íbamos muy bien. ¿Qué fue? Un cálculo político. En el linchamiento de San Juan se tarda en llegar la fuerza porque es complejo llegar y más a esa hora.
"Finalmente lo que hace el presidente es destituirme porque ya tenía como objetivo ir sobre Andrés Manuel, es más, yo se lo dije: ‘Andrés, van a venir por ti’, porque era una obsesión de Fox, ya para ese tiempo. No querían que compitiera porque podía ganar la Presidencia, ya lo sabían: yo era como un avance", recordó.
—¿Cómo vivió ese golpe? —
"Fue muy duro porque de un día a otro me abrieron una carpeta de investigación, tuve que ir a declarar, de pronto tienes que ver qué haces con tus abogados, un amigo mío, Rodolfo Félix, me dijo ‘yo te defiendo pro bono’, pero si no, yo no sé qué hubiera hecho, porque un abogado cuánto te cuesta de un día para otro".
"Fue muy duro, en tu vida personal y de tu familia, imagínate de un día a otro te vuelves un acusado como si fueras un delincuente. Esa fue mi experiencia, pero todo te sirve porque después creces. La adversidad después te forma".
Tras acompañarlo durante todos estos años, e incluso declinar a su favor en las elecciones de 2000, el presidente le devolvió el favor.
En 2018 lo citó y le lanzó un "¿por qué no te preparas para ver la cuestión de la política exterior?" Sorprendido, Ebrard le dijo que no tenía en mente ese puesto, a lo que López Obrador contestó: “Pero eso fue lo que estudiaste”.
Desde entonces ha afrontado varios retos: reconoce que fue complicado enfrentarse al presidente Donald Trump y a su equipo, el gabinete más antimexicano en la historia. Ha sido difícil coexistir “a lado de un elefante”, como llama a Estados Unidos, al que considera uno de los gobiernos más particulares del mundo.
—¿Cuál ha sido el episodio más duro que ha vivido en este tiempo? —
"Bueno, hemos tenido varios: el de los aranceles fue muy complejo, estuvimos a un milímetro de un problema mayor, al final lo pudimos resolver, y la detención del general Salvador Cienfuegos en Los Ángeles.
“La segunda: yo lo vi como un acto y una acción tomada por la DEA, que tiene un grado de autonomía muy importante contra un ex secretario de la Defensa. Es algo con muchas implicaciones como para que no te lo hayan avisado. Si México no decía nada, hubiera sido como intimidar a las Fuerzas Armadas.
“La otra (actitud) es (decir) ‘bueno, ¿tienes elementos para culpar? porque si los tienes, pues lo que te voy a discutir es mándamelas (las pruebas), y nosotros las procesamos’. Entonces mandaron los elementos de prueba y deveras te sorprendes con esos elementos; en México un juez no te permitía una orden de aprehensión, menos vincularte a proceso, porque lo que mandan de conversaciones, si ves la estructura gramatical de los mensajes, son de un nivel de escolaridad muy bajo.
“Esto es como que detuvieran a alguien con un recorte de periódico, como hacían en Tamaulipas. Este fue el momento más álgido, más difícil con Estados Unidos, y también más decisivo para México porque ahí sí se te movía la frontera: si tú lo permites, ya estás en otra situación de subordinación y de falta de dignidad del país”.
Ebrard reconoce que desde entonces hubo un enfriamiento muy grande en la cooperación. A pesar de ello recuerda que después de eso, se promovió la reforma que pone límites para proteger el interés nacional.
Y es que, asegura, “la DEA ha creado muchas crisis en la relación bilateral, no es la primera vez, pero ahora están limitados por ley, entonces no tienen el margen que tuvieron durante tanto tiempo en México, al final se resolvió de otra manera. ¿Ya no habrá conflictos? Difícil saberlo, pero México tiene más instrumentos para protegerse”.
—Tengo que preguntar sobre otro hecho: La línea 12 del Metro—
"La Línea 12 es una tragedia, imagínate ver algo así. Lo primero que te golpea mucho es humanamente, es algo muy doloroso.
"Y te diría que en la época en que se hizo la Línea se contrató a lo mejor de la ingeniería de México. Entonces lo que hicimos fue invitar, contratar y organizar lo mejor disponible en esa época, ahora ya el debate político, ‘que si fue culpa tuya’, francamente yo creo que lo más importante, es hacer todo para que no sucedan esas cosas, porque también se tomó el puesto de control y hubo un accidente no sé dónde, necesitamos una inversión en el sistema de transporte en los próximos años".
—¿Tiene la conciencia tranquila? —
"Sí, por lo que te acabo de decir, si yo hubiera hecho algo malo o no hubiera cumplido mi trabajo, no podría decir eso, pero se hizo todo lo que teníamos que haber hecho, es decir, es una obra que hacen los ingenieros, no el jefe de Gobierno, yo no hice el diseño, no lo construyes tú, no lo supervisas tú, eso no quiere decir que no tengas una responsabilidad en cuanto a que es una obra pública".
El canciller también cuenta que las implicaciones políticas de este suceso le recuerdan a otro episodio complicado.
"Pues tienes que resistir, me estabas preguntando del linchamiento en Tláhuac, pues es la misma historia. En diferentes momentos. Y sí, Tláhuac también… en donde más obras hicimos".
—Se viene el 2024. Se sabe que quiere ir por la Presidencia…—
"Bueno, al 2024, ya decía el presidente, tienen que dedicar muy poco tiempo, eso quiere decir que no te distraigas mucho porque tenemos que cumplir nuestras obligaciones. Voy a participar y voy a competir, y quien va a decidir será la gente, de eso se trata todo eso".
—Y si se deciden por Claudia Sheinbaum, ¿Lo va a aceptar? —
"Depende de que la gente así lo decida, yo voy a respetar lo que la gente decida. Tendrán que decidirlo las encuestas que se hagan. Si yo salgo adelante y si alguien más sale adelante, tendré que respetar los resultados... Siempre y cuando sea una encuesta seria".
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