Los confiscos de cocaína en el área de Chiapas han aumentado en frecuencia al punto que, hace tan solo una década, dos helicópteros tomaron tierra a unos 40 kilómetros de Tapachula. Su misión: confiscar casi quinientos kilogramos de polvo blanco que habían llegado a bordo de una avioneta procedente de América del Sur.
Los trabajos de inteligencia coordinados entre la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y las autoridades de seguridad de países latinoamericanos lograron detectar y dar seguimiento a la ruta del aeroplano. Los decomisos se han vuelto tan regulares que algunas autoridades castrenses del sur del país bromean con que ya no son noticia.
Y es que de acuerdo con información de la Sedena entregada a MILENIO, a través de la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT), las incautaciones en flagrancia de cocaína crecieron 430 por ciento en los últimos 10 años.
Si en el 2013 se decomisaron mil 456 kilogramos, en el 2022 esa cifra llegó a los 7 mil 719 kilogramos.
Pero la afectación del Ejército mexicano al crimen también se dio en dinero en efectivo. El decomiso de dólares saltó de 4.7 millones en 2013 a 5.6 millones en 2022, lo que representa un más modesto pero significativo incremento de 18.7 por ciento.
Un año sobresale particularmente al analizar la estadística del último decenio. En ambos casos se registran picos de decomisos en el 2020, en plena pandemia, pues se aseguraron 12 mil 070 kilogramos de cocaína y 8.1 millones de dólares estadunidenses.
La lógica criminal evolucionó durante la última década. No sólo el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación, sino el de Juárez, del Golfo y Los Caballeros Templarios expandieron sus actividades ilícitas hacia entidades federativas que hace 20 años ni por asomo entraban en el radar de las autoridades mexicanas.
2020, con decomisos récord
En este eterno juego violento del gato y el ratón entre elementos castrenses y crimen organizado se le pidió al Ejército Mexicano el total de decomisos de cocaína y dólares americanos asegurados en las entidades con mayores actividades ilícitas en el trasiego de drogas en la última década.
Por obligación ante la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública, la Sedena entregó en números fríos y detallados la cantidad de cocaína y dólares decomisados en Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Jalisco, Colima, Quintana Roo, Yucatán, Baja California, Veracruz, Tamaulipas, Sinaloa y Chihuahua, las entidades donde hubo más incautaciones en flagrancia.
En los últimos 10 años en estos estados, algunos fronterizos, en su mayoría costeros –salvo Chihuahua– pero todos con alto índice delincuencial, se han decomisado en la última década un total de 46 mil 674 kilogramos de cocaína y se aseguraron 48 millones 800 mil 991 dólares.
Como se señaló anteriormente, el año de mayor decomiso por parte de las fuerzas armadas fue el 2020, justo al arrancar la pandemia. Ahí se aseguró la mayor cantidad de cocaína, poco más de 12 mil kilos, lo que representó el decomiso del 26 por ciento del total del alcaloide en la última década, y más de 8 millones de dólares, es decir 17 por ciento del total del dinero decomisado. 2018 fue el año récord en cuanto a incautaciones de dólares: 9.1 millones.
A juzgar por las cifras, tan sólo un año antes, en el 2019, pareciera que el Ejército trabajó a “medio gas”, pues apenas aseguró 5 mil 683 kilogramos de cocaína y requisó 5 millones 643 mil 373 dólares, apenas el 12 por ciento del total en la última década.
Se “calientan” Chiapas y Quintana Roo
En cuanto a la cocaína, dos estados del sureste, Chiapas y Quintana Roo, además de uno norteño, Baja California, concentran dos terceras partes (67.90 por ciento) de la cocaína asegurada en el puñado de entidades mapeadas. El Ejército mexicano aseguró 19 mil 40 kilos de cocaína en Chiapas (40.8 por ciento del total), en el caribeño Quintana Roo fueron 9 mil 149 (19.6 puntos) y en Baja California sumaron casi 4 mil kilogramos (7.5 por ciento).
En cuanto a las divisas recuperadas por las fuerzas armadas aparece otra vez el estado de Baja California, con 17.4 millones de dólares (con 35.8 por ciento), pero en este rubro es Tamaulipas el que lidera, con 20.5 millones, que representa cerca de la mitad del total (42.14 por ciento). Chihuahua les sigue a estas dos entidades con la requisa de 4.2 millones (8.63 por ciento).
El reacomodo del crimen durante una década
En el 2013, la delincuencia organizada en México venía saliendo de una fuerte crisis tras dos convulsiones internas: por un lado, la escisión en el Cártel del Golfo de su grupo armado Los Zetas, que se declararon independientes, y la ruptura entre el Cártel de Sinaloa y su otrora aliado clan de los Beltrán Leyva.
Tan sólo un año después emergerían en Michoacán tanto la Familia Michoacana como Los Caballeros Templarios, además de los grupos de autodefensa, ahí mismo y en Guerrero –varios de ellos, en alianza con grupos criminales–, más el hoy todopoderoso Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG).
En ese contexto, pese a las rupturas delincuenciales, los decomisos a manos de las fuerzas castrenses eran pírricos: en el 2012 fueron incautados mil 456 kilogramos de cocaína y 4 millones 797 mil 806 dólares, o sea apenas el 3 y 10 por ciento de lo asegurado en 2013.
Un año después fue aún más modesta la tarea de recuperación, pues la Sedena incautó mil 069 kilos de cocaína y 2.43 millones de dólares.
En contraste, otros picos altos en decomisos de dinero se dieron en 2018, año en que la Sedena aseguró 9.12 millones de dólares, es decir 19 por ciento del total de lo incautado en la última década; y en cuanto narcóticos en 2019 fueron incautados 5 mil 683 kilos de cocaína –12 por ciento del total–, mientras que en 2022 el Ejército requisó además de cocaína, más de 7 mil kilos de marihuana, hecho significativo porque representó 17 por ciento del aseguramiento de narcóticos en la última década. En ese mismo año fueron incautados 5.7 millones de dólares, 12 por ciento del total.
En el año que corre, 2023, durante el primer semestre, es decir de enero a junio, los decomisos han sido discretos: suman 2 mil 581 kilos de cocaína y apenas 939 mil 730 dólares, lo que representa 6 y 2 por ciento del aseguramiento total en el periodo.
De acuerdo con elementos de la Fiscalía General de la República (FGR) una forma de medir los poderes financieros de las organizaciones criminales en México se da por dos cauces: por un lado, su poder para trasegar estupefacientes en grandes cantidades; y por el otro, el monto que sufren de decomisos en miles o millones de dólares en efectivo. El hecho de poder contar –o no– con dinero constante y sonante es, finalmente, lo que les permite seguir operando.
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