El imperio de Nemesio “El Mencho” Oceguera Cervantes es del tamaño de un país pequeño. Sus más de 20 inversiones en mercados negros —desde tráfico de drogas hasta lavado de criptomendas— le han generado activos por un valor, mínimo, de 20 mil millones de dólares, según el Consorcio Nacional para el Estudio del Terrorismo de la Universidad de Maryland. Tiene territorio ganado, población que es leal hasta la muerte y un gobierno interno con leyes propias que rige con mano dura.
El capo es un billonario sin Lamborghini al que nunca se le observa en restaurantes de lujo y a quién distintas fiscalías estatales ubican como una sombra que vive en chozas en lugares recónditos de Jalisco para cuidar su corona.
Su reinado, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), tiene bandera, himnos y símbolos que exaltan desde obediencia hasta terror. El Departamento de Justicia de Estados Unidos asegura que tiene tesorería, voceros, representantes en el extranjero y hasta áreas dedicadas a la relación con empresarios y prensa en México. Desde su creación en 2009, el cártel crece aceleradamente como pocas economías nacionales, incluso a pesar de que la pandemia frenó los mercados financieros y las rutas del tráfico de drogas.
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Pero ese imperio pujante tiene un problema: el rey está enfermo, asegura un informe elaborado dentro de la Secretaría de Marina. Y eso sólo llevará a tres escenarios inevitables en un futuro cercano: su pronta captura, su abdicación o su muerte.
“El Mencho”, de 56 años, ha tenido que gastar una gran parte de su fortuna personal —calculada hasta en mil millones de dólares por la DEA— en construir hospitales ocultos en lugares como Sierra de Amula y reclutar médicas y enfermeros para atender sus graves problemas de salud en el páncreas y riñones, lo que ha acelerado un violento proceso de sucesión.
Fiscalías estatales de la región occidente señala que al menos tres de sus hombres más cercanos quieren su corona y, como en los tiempos de los imperios, uno ha optado por crear su propio grupo y encontrar el momento idóneo para tomar por asalto el castillo del “Mencho”, mientras que otro opta por la lealtad ciega y uno más por la traición.
El Grupo Élite
El primero, “El RR” o Ricardo Ruiz Velasco, demostró este martes 9 de agosto que tiene la mirada y la mirilla puesta en ese trono. Mientras tejía una alianza estratégica con uno de los jefes del Cártel Jalisco Nueva Generación en Veracruz, “El Apá”, el gobierno federal lo ubicó en una casa en Ixtlahuacán, Jalisco, desatando un operativo para su captura. Por tierra y aire, la Secretaría de la Defensa Nacional intentó capturarlo, pero el jefe que comenzó como pistolero logró evadirlos soltando a la base social del cártel para distraer a los soldados y huir en medio del caos.
El saldo de su huida da una idea de sus aspiraciones: mientras el Ejército mexicano tuvo que lidiar con crisis nerviosas de civiles, tiendas incendiadas, bloqueos en vías de comunicación, disparos desde ubicaciones ocultas y hasta ataques a aeronaves militares, el grupo del “RR” apenas sufrió rasguños al abandonar a su suerte a cinco detenidos y el pírrico decomiso de 35 armas largas y un arma corta. Su espectacular escape sería su forma de anunciar que está listo para asumir un nuevo liderazgo.
Junto con su socio Juan Carlos González, “El 03”, “El RR” creó el brazo armado más leal y letal del cártel, El Grupo Élite, inspirado en las guardias paramilitares que protegen a líderes autócratas. El logotipo de esa célula no deja dudas sobre sus intenciones: un cráneo con una boina de kaibil anuncia su ferocidad en las puertas de los vehículos blindados del grupo criminal.
“El RR” se oferta como un general sádico y efectivo: es el presunto asesino del ex secretario de Turismo de Jalisco, José de Jesús Gallegos Álvarez, y fue el hombre que cercó hasta su arresto a José Antonio Yépez Ortiz, “El Marro”, líder del extinto Cártel Santa Rosa de Lima y rival del “Mencho” en la disputa por el negocio millonario del huachicoleo.
Como jefe del Grupo Élite, su récord de homicidios y desapariciones forzadas jamás será conocido. Tampoco sus campos de exterminio y adiestramiento forzado. Por lo que sí es reconocido entre su tropa es por liderar incursiones hacia Guanajuato y Zacatecas, donde tiene la misión de expulsar al Cártel de Sinaloa, especialmente a sus principales enemigos, los Flechas MZ —la versión de brazo armado de Ismael “El Mayo” Zambada— y a los “Pájaro Sierra”, un grupo criminal que traicionó a su jefe.
Una fuente de alto nivel en Guanajuato, conocedora de los pasillos del imperio del Cártel Jalisco Nueva Generación, ha retratado así al “RR” para MILENIO: “Es el líder que cualquier ejército quisiera y el criminal que cualquier país no quisiera”.
“El Rey Sapo”
Sin embargo, su ascenso al trono no será sencillo. Al menos otros dos personajes están en la mira del Centro Nacional de Inteligencia del gobierno federal como posibles sucesores y, eventualmente, generadores de violencia.
Hugo Gonzalo Mendoza Gaytán es contemporáneo del “RR”: ambos ya tienen entre 30 y 40 años, son jóvenes, violentos y con una estructura de mando vertical que castiga con la muerte el primer indicio de rebelión. Pero el apodo de Mendoza Gaytán da cuenta de su principal diferencia con Ruiz Velasco: le llaman “El Rey Sapo” porque —dice la leyenda negra— atrapa gente con la velocidad con la que un anfibio devora una mosca.
En comparación con el “RR”, “El Sapo” no es un invasor, sino un reclutador. Identifica las mejores cualidades de criminales dentro y fuera del país y los llama a su grupo con atractivas ofertas económicas que puede costear, pues es el jefe de plaza de una de las regiones más ricas en México para hacer negocios legales e ilegales: Puerto Vallarta, Jalisco, donde presuntamente orquestó el asesinato del ex gobernador jaliscience Aristóteles Sandoval.
Con billetes trajo desde Colombia a su mano derecha Carlos Andrés Rivera Varela, “La Firma”, con quien también ha perfeccionado el reclutamiento forzado: quien no acepta unirse a sus filas, se le secuestra o asesina. La expansión del cártel en halcones, pistoleros, “cocineros”, vendedores y secuestradores es su carta fuerte. “El Sapo” tiene claro que un rey es tan fuerte como el número de reinados.
Sin embargo, en el gabinete de seguridad corre la versión de que “El Sapo” habría abandonado al “Mencho” tras conocer un supuesto plan para entregarlo al Ejército mexicano como muestra de cooperación entre el cártel y el gobierno. Y para los reyes no hay peores enemigos que un amigo traicionado y un exconsejero ambicioso.
“El Jardinero”
El tercero es Audias Flores Silva, cuyo alias también tiene una historia macabra: “El Jardinero”, le llaman, porque “siembra cuerpos”. Su importancia en el Cártel Jalisco Nueva Generación es de tal tamaño que el gobierno de Estados Unidos ofrece 5 millones de dólares por su cabeza. No es invasor ni reclutador, sino un estratega que comenzó como el jefe de guardaespaldas del “Mencho” y terminó aprendiendo a enviar toneladas de metanfetaminas hacia Estados Unidos.
“El Jardinero” es un operador eficaz de negocios ilícitos: trafica drogas, cobra extorsiones, ejecuta secuestros, paga a jefes de policías corruptos y mantiene relaciones con empresarios en dos fronteras de Jalisco, norte y sur, Nayarit y Michoacán.
Su origen como huetamense y su conocimiento de Tierra Caliente le confiere una ventaja inigualable frente a su jefe: la capacidad de zanjar la costosa guerra contra Cárteles Unidos, lo que consolidaría al grupo de Jalisco como el más importante del Pacífico mexicano al controlar el puerto michoacano de Lázaro Cárdenas que se sumaría al de Manzanillo.
Triada de espadas tras la corona del rey. Quien se quede con el trono heredará algo similar a un feudo: tierra, milicia, pago de tributos y vasallajes, pero también guerras iniciadas hace muchos años y la promesa de que, en el crimen organizado, los tronos cambian rápidamente de dueño.
jvl