La venganza de El Chueco dejó inhabitable la humilde casa en la que vivían los hermanos Paúl y Armando Bellereza, desaparecidos desde ese lunes trágico en Cerocahui, Chihuahua.
Por el fuego, el techo de láminas cayó por completo en los tres cuartos de la pequeña vivienda alejada del centro de este poblado enclavado en la barranca de Urique, en la Sierra Tarahumara.
De acuerdo con las indagatorias de la Fiscalía General de Chihuahua, Noriel Portillo Gil, El Chueco, le disparó a Paúl y enseguida se llevó a los dos.
“Se sabe que Paúl quedó ahí, pero pues en realidad no quedó porque nunca lo vimos y Armando, pues no sabemos qué pasaría con él", relata una vecina.
De acuerdo con las indagatorias de las autoridades, estos hermanos de 24 y 21 años de edad participaron en el juego de béisbol del domingo, el cual detonó también el asesinato de los dos sacerdotes jesuitas y de un guía turístico en esta comunidad.
“Se sabe que el día del beis andaban todos los armados ahí, pero igual cada que había beis estaban, pero nunca había habido problemas aquí", exclamó otra vecina.
Conocidos de Paúl y Armando cuentan que son jóvenes tranquilos que trabajan el campo e incluso son parte del programa del gobierno federal Sembrando Vida en el barrio Nahuisuchi, donde siembran maíz y frijol, principalmente.
“Son buenos muchachos, buenos vecinos, ¿qué le puedo decir?”.
Y es que en Cerocahui, la presencia de El Chueco provocó que decenas de habitantes dejaran la comunidad, lo cual se refleja en decenas de casas abandonas y marcadas por el crimen organizado.
Los habitantes que decidieron quedarse tomaron algunas medidas de seguridad como tapiar sus puertas y ventanas.
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