La niñez y adolescencia en situación de calle es uno de los grupos de población en condiciones de mayor vulnerabilidad, una de las problemáticas que viven es el acceso a la educación (comunitaria o escolarizada) y, en consecuencia, a un espacio seguro y protector en donde se les brindan herramientas y habilidades fundamentales para la vida.
Sin embargo, Felipe Antonio González un joven estudiante de la licenciatura en Educación en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), creo una escuela móvil para que los pequeños pudieran aprender a través de la diversión.
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¿Cómo surgió la idea?
A causa de la emergencia sanitaria del SARS Covid-19 a nivel mundial, Felipe perdió su empleo como bartender, por lo que buscó generar ingresos económicos a través de la entrega de comida a domicilio en el servicio de motomandados.
Por lo que de esta manera, el joven fue observando que cada vez había más niños en situación de calle, trabajando en los semáforos de los cruceros de la ciudad.
Esta necesidad de afecto y educación en los menores, lo llevó a crear el proyecto de la escuela móvil, para el cual compró un autobús a su vecino que tenía una marimba, y cuya unidad ya no ocupaba por estar en malas condiciones, lo que no fue un impedimento para Felipe, quien con la ayuda de amigos y vecinos poco a poco la pintó, la reparó y fue adaptándola para consolidar su idea.
¿Qué tipo de clases imparte a los menores?
Felipe imparte talleres de arte, pintura, dibujo, plastilina, cuenta cuentos, biblioteca móvil, con material didáctico que ha logrado colectar con el apoyo de algunas personas que conocen este proyecto altruista que con mucho cariño lleva a los niños en condición de calle, y de los que en su mayoría, son migrantes.
La ruta la traza cada martes en los puntos donde ha detectado que hay afluencia de menores trabajando en los cruceros, y aunque a veces, se le complica salir a cumplir con su objetivo por la falta de combustible para la unidad, dijo que siempre hay el amigo que le da 200 pesos para que pueda llevar sus talleres a los creceros de la ciudad.
Su vocación como parte del cambio
Felipe González mencionó que le faltan seis meses para terminar la carrera en la que reconoció que se ha atrasado en culminar, pero eso no lo desanima, pues confía en hacer de la escuela móvil de educación lúdica su proyecto de vida el cual continuará hasta donde las fuerzas le alcancen.
Su sueño es lograr tener una unidad móvil más grande, en donde se pueda servir alimentos a los niños, tener un área climatizada y baño para el aseo personal de los menores, un área de psicología pues comenta que los niños en condición de calle tienen que enfrentarse a situaciones adversas de la vida donde el amor y el afecto es un tema desconocido para ellos.
El joven estudiante, destacó que este proyecto le servirá para titularse como licenciado en educación, ya que su escuela móvil de educación lúdica ganó el primer lugar a nivel estatal en ciencias sociales y en la feria nacional se posicionó en el tercer lugar presentando su propuesta piloto de cómo inició su idea hasta poder materializarla.
En este proyecto lo apoyan para asistir la unidad, un par de amigos paramédicos y también con quienes colecta ropa para obsequiarle a los niños como a sus padres, por lo que ahora tiene la inquietud de realizar un “mochilón” para poder recaudar útiles escolares que otros niños hayan dejado en buen estado para poder seguir trabajando en su escuela móvil.
Para esta labor ha recibido el apoyo de la catedral “Señor de Tabasco”, donde guarda su unidad y donde instalará de manera permanente de 10 de la mañana a 5 de la tarde el “mochilón” para recibir las donaciones de útiles escolares, ropa y zapato que la gente desee hacer para sumarse a esta labor altruista.
alhv