Pese a la prohibición de la comercialización de vapeadores y cigarrillos electrónicos, todavía hay centros comerciales donde se pueden encontrar negocios que los venden, aseguró el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell.
“Al día siguiente de que se emitió el decreto, ya teníamos la mayoría de las tiendas o boutiques de las marcas principales de vapeadores y cigarrillos electrónicos cerradas, tuvieron muy claro que no podían cometer un acto ilegal y decidieron cerrar. Desafortunadamente, hay otros medios de comercialización menos predominantes, en pequeñas tiendas.
“Esto lo podemos ver en centros comerciales, donde hay pequeños kioskos que venden todo tipo de productos, juguetes, cubos y varios artefactos y siguen vendiendo vapeadores”, acusó en La Mañanera.
La Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) realiza operativos para verificar y clausurar negocios, decomisar productos y sancionar a los dueños de esos establecimientos, reiteró el subsecretario.
“No hay marcha atrás, el vapeo es dañino”, dijo y recordó que es falso que los cigarrillos electrónicos sean una alternativa para dejar de fumar, evitar hacerlo o que sean trata de una forma suave o menos agresiva del tabaco.
“Son productos tóxicos, no hay dosis de tabaco que pueda ser benéfica para el cuerpo humano, no hay dosis de tabaco segura y no hay forma de presentación del tabaco que pueda ser menos dañina que otras”, aseguró.
López-Gatell presumió que a partir de que México tomó esta decisión, ha habido países que han seguido el ejemplo de prohibirlos.
“Hemos visto algunas expresiones muy importantes de avance en la lucha contra el tabaco, parece que en la comunidad global permea también esta conciencia de que sí se puede cuando hay voluntad política. Recientemente, Panamá acaba de promulgar la ley correspondiente que prohíbe la importación de vapeadores.
El funcionario no descartó la posibilidad de que la prohibición se extienda a más países de América Latina y el Caribe, así como a otras regiones del mundo, que, “al ver el buen ejemplo de prácticas de voluntad política en pro de la salud, van a empezar a tomar decisiones y en algún momento la industria tabacalera tendrá claro que su negocio es un negocio fallido porque es un negocio de enfermedad y muerte”, afirmó.
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