El padre, Joaquín César Mora Salazar, que por mucho tiempo presto sus servicios a la comunidad católica de Tampico, principalmente en la colonia Pescadores, fue recordado con un homenaje por la comunidad, luego de ser asesinado en manos de hombres armados en Chihuahua.
Estuvo cerca de 25 años en esta iglesia, desde que solo era una pequeña choza hasta que la hizo crecer, declaró Rosa Olivares catequista de la capilla San Rafael donde se realizó la misa en su honor este domingo.
Aseguró que siempre se preocupó por los demás, los escuchaba, los ayudaba, inclusive fue aval de gran parte de los habitantes para que obtuvieran sus créditos de construcción de viviendas; visitaba a los enfermos, inculcó los valores a los niños, entre otras circunstancias.
¿Quién era Joaquín César Mora Salazar "El Morita", sacerdote jesuita asesinado en Chihuahua?
El sacerdote jesuita, Joaquín César Mora Salazar "El Morita", quien fue asesinado junto al también sacerdote jesuita, Javier Campos Morales "El Gallo", el pasado 20 de junio, era Vicario Cooperador en Cerocahui, Chihuahua desde 2007 a la fecha.
Nació el 28 de agosto de 1941 en Monterrey, Nuevo León. Ingresó a la Compañía de Jesús el 30 de julio de 1958, a los 16 años. El 1 de mayo de 1971 fue ordenado sacerdote en Monterrey, su ciudad natal.
Mora fue misionero en la Sierra Tarahumara durante seis meses en 1976, en Sisoguchi, donde fue Vicario Cooperador. En la misma Tarahumara realizó su Tercera Probación en 1976 y regresaría de 1998 a 1999.
Desde el 2000 fungió como Vicario Parroquial en Chínipas, hasta 2006, posteriormente como Vicario Cooperador en Cerocahui, Chihuahua, desde 2007 hasta la fecha.
En su cuenta de Facebook, Martín Solares recordó al "El Morita" como un hombre sensible que siempre veía por los que menos tienen.
"El padre Joaquín Mora pidió explícitamente servir en ese tipo de comunidades en cada uno de los estados en los que vivió. Cuando pasó por Tamaulipas eligió a la colonia Pescadores para impartir misas y prestar servicio a los más menesterosos.
De manera obligatoria nos llevó a uno por uno de sus alumnos a constatar las condiciones en que vivía la gente en una de las regiones más abandonadas del estado. Luego, nos pedía que donáramos ropa, libros, útiles escolares, comida pero sobre todo tiempo para escucharlos y acompañarlos", señaló.
"Sin duda ha sido el más silencioso de todos los jesuitas que he tenido la fortuna de conocer. Había una manera de hacerlo sonreír de inmediato y era preguntarle por la sierra tarahumara, uno de los primeros lugares al que lo enviaron los jesuitas.
Por más que amara Tamaulipas, siempre soñaba con regresar allá. Sus historias resaltaban lo apartada que se hallaba esa comunidad, cuán urgente era pedir medicinas para ella de manera rutinaria, y sobre todo, cierta manera de vivir lo sagrado, que sólo se aprecia en ese lugar", destacó.
En tanto, decenas de personas lamentaron la muerte del sacerdote y le dedicaron algunas palabras en su memoria.
elmm