Keith Raniere, de la secta NXIVM, denuncia presunta amenaza de Alejandro Junco

Durante las investigaciones del caso se explicó que Rosa Laura Junco, hija de Alejandro Junco, dueño del diario Reforma, formó parte del círculo cercano del ex líder de la secta.

Fiscalía pide cadena perpetua para Keith Raniere
Ciudad de México /

“Un multimillonario magnate de los medios de México, bien conocido para mí (cuya hija era una líder en mi organización) juró hacer todo lo que fuera necesario para dejarme en prisión por el resto de mi vida, y probablemente asesinarme. Aquí estoy.”

El ex líder de la secta NXIVM, Keith Raniere, asegura a través de esta carta, que se encuentra en una situación de amenaza, abusos y de peligro en la Penitenciaría de Tucson, en Arizona, donde cumple su condena de 210 años tras haber sido encontrado culpable de varios cargos relacionados con crimen organizado, tráfico de personas, tráfico sexual y posesión de pornografía infantil.


Según se reveló en la investigación del caso por parte de la fiscalía estadunidense, Rosa Laura Junco, la hija del dueño del diario mexicano Reforma, Alejandro Junco de la Vega, formaba parte del círculo cercano de Raniere, al frente de la secta sexual disfrazada de un grupo de superación personal. Aunque la mujer no se encuentra acusada de ningún cargo.

Raniere asegura que también como alguien declarado culpable por delitos sexuales está bajo constante amenaza de otros internos. Asegura que su compañero de celda, Tony Fly, tiene antecedentes en contra de personas convictas por agresiones sexuales: “registros del BOP muestran que ha amenazado con matar a cualquier ofensor sexual. También se ha dicho que soy un líder de un culto sexual y una amenaza para las mujeres.”


También escribió que en prisión ha podido conocer la realidad del sistema penitenciario estadunidense, lleno de abusos y violaciones a derechos humanos: “nunca imaginé las condiciones inhumanas y abusivas, y la cultura, de nuestras prisiones en EU.”

Asegura que además de haber sido trasladado a una unidad en la que está prácticamente con población general, lo que lo pone en riesgo, ha sufrido actos degradantes: “escuché que el Buró Federal de Prisiones negó que yo y mi compañero de celda estábamos en un cuarto con asquerosas heces humanas embarradas en los muros (19 trazos de manos) y en el piso por 4 horas y nos obligaron a comer nuestro almuerzo ahí.”


Raniere dice ser inocente, y que a través de esa condición ha podido vivir más de cerca los abusos que se viven en las prisiones.

“Soy inocente de esos cargos. Creo que el término legal es: ‘de hecho inocente (…) como una persona inocente, estoy particularmente consciente de las cosas incorrectas y deshonestas que se me han hecho como prisionero.”

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