Michoacán y EU crean catálogo que permitirá rastreo de armas

En la bóveda central, ubicada al oeste de Morelia, descansan armas con origen en al menos 40 países, empleadas en distintos crímenes desde 2015, año en el que el gobierno michoacano inició el registro ordenado de números de serie.

Armas. / Ariel Ojeda
Ciudad de México /

Aquí no todas las ametralladoras dicen “Made in the USA”. Las leyendas impresas en sus dorsos varían y hablan de que las redes de tráfico de armas hacia nuestro país tienen muchos tentáculos en el planeta, algunos en otros continentes y hasta eras: “Product of Egypt”, “Proizvedeno u Srbiji”, “Fabricat in Romania”, “Zhōngguó zhìzào”.

Algunas, las menos, dicen “Hecho en México”, pero todas, de una u otra forma, siguieron un camino desde distintas décadas, ejércitos y puntos del mundo hasta llegar a Michoacán, a manos de Los Templarios, el cártel Jalisco Nueva Generación, Los Viagras, Cárteles Unidos y otras organizaciones criminales o delincuentes comunes que operan en el estado.

¿Cómo se sabe? Por una de las bases de datos armamentísticas más poderosas y bien organizadas de México.

Con apoyo de Washington y como parte de una estrategia encaminada a impulsar el rastreo de armas a nivel estatal, la Fiscalía General de Justicia de Michoacán ha logrado crear una bóveda de resguardo de evidencias que es parte museo letal, parte proyecto diplomático y parte Naciones Unidas armamentístico.

Es un plan de trabajo conjunto al que los gobiernos michoacano y estadunidense le apuestan para reducir el número de armas que circulan por uno de los estados más violentos del país.

“Es de lo mejor que he visto”, admitió el jefe del buró de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego en México, Timothy Sloan; “Esta bóveda no le pide nada a las que tenemos en Estados Unidos“.

Por fuera, la bóveda solo es un edificio más de la fiscalía michoacana, pero por dentro, resguarda un arsenal digno de un ejército pequeño.

En decenas de anaqueles yace la pista para resolver miles de homicidios y el registro de lo cruenta que ha sido la guerra michoacana: aquí, han sido catalogados más de mil rifles y pistolas y 700 mil casquillos, recopilados a lo largo de los últimos siete años, entre los que se incluyen municiones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el extinto Pacto de Varsovia, algunas de las cuales tienen conexión directa con asesinatos y masacres.

MILENIO recibió acceso inédito a la bóveda, a la que tanto el gobierno de Michoacán como la embajada de Estados Unidos, el Departamento de Estado y el Buró de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego de Estados Unidos (ATF, por sus siglas en inglés) han invertido años de capacitación y millones de pesos y dólares en recursos para convertirla en un referente nacional.

El objetivo final, “que ya está muy cerca” de acuerdo a la ATF, es llevar a la bóveda de evidencias michoacana a tener las certificaciones totales y permitirle recibir acceso a las bases del gobierno estadunidense, para que agentes locales puedan usar la información del Deen tiempo real, durante sus investigaciones de tráfico de armas.

Esa interconexión permitiría vincular a las subsedes de Zamora, Lázaro Cárdenas o Apatzingán con la información de Washington y daría pie a que cualquier arma encontrada en territorio michoacano pueda ser rastreada hasta el punto de fabricación y venta en Estados Unidos, complicando la capacidad de las organizaciones criminales michoacanas para abastecerse de armamento.

En la bóveda central, ubicada al oeste de Morelia, descansan armas con origen en al menos 40 países, empleadas en distintos crímenes desde 2015, año en el que el gobierno michoacano inició el registro ordenado de números de serie.

Actualmente forman parte de investigaciones criminales abiertas tanto en México como en Estados Unidos y otros países.

“Tenemos de diversos calibres: 9mm, 38 super, 380 y tenemos alguna que otra, comúnmente denominada, hechizas. Tenemos armas largas, con calibre .223 o 7.62 por 32, conocidas como cuernos de chivo”, explica Pedro Gutiérrez, coordinador general de Servicios Periciales de la fiscalía michoacana; “Estamos orgullosos de lo que ha logrado el equipo”.

Este es el rostro de la cooperación Washington-estados mexicanos. Apenas en diciembre pasado, oficiales federales estadunidenses acudieron a la bóveda, peinaron el contenido de sus anaqueles y obtuvieron varias pistas que apuntan a distintos puntos de venta en Estados Unidos.

Son datos que ya forman parte de una investigación binacional activa, encaminada a desarticular una red que transporta armas de norte a sur. Los detalles exactos permanecen reservados, pero implican a ciudadanos de ambos países.

“Hay más de mil armas en esta bóveda y por eso hemos decidido trabajar con la fiscalía de Michoacán para detener el flujo de armas y evitar que más lleguen al estado”, dijo Sloan.

Pese a la retórica que pueda haber en otros niveles, aquí hay diálogo constante. La idea que subyace en el proyecto conjunto entre la ATF y la Fiscalía de Michoacán es colaborar entre ambas partes, a nivel federal estadunidense y estatal mexicano para fortalecer capacidades locales.

“Nosotros en Estados Unidos identificamos los patrones de compra y necesitamos la cooperación de México, aquí en Michoacán, para investigar de su lado a los transportistas”, añadió Sloan.

En Michoacán, apuntó, “no les molesta que venga alguien de la embajada a ayudar porque quieren reducir el crimen y saben que juntos podemos hacerlo. El objetivo que tengo es replicar esto en todos los estados del país”.

Armas, con origen desde la Primera Guerra Mundial

Como si fuera una biblioteca del crimen, cada rifle tiene su propia narrativa, capturada en un archivo digital. La ametralladora de la esquina: usada en un asesinato en un municipio X. El Barret en la mesa, utilizado en una ejecución en la ranchería Y. La pistola Makarovka en el estante superior, empleada en un robo en la ciudad Z.

De las más de mil armas que se hallan en la bóveda, todas han sido ya cotejadas en las bases de datos de la ATF, en Estados Unidos. En el proceso, se han descubierto datos interesantes: muchas vinieron de otras partes del mundo, no solo del norte. También, hay varias que vienen del pasado remoto, como si hubieran viajado en el tiempo.

Hay revólveres Taurus originarios de Brasil, pistolas Luger-Parabellum alemanas empleadas en la Primera o Segunda Guerra Mundial, ametralladoras chinas marca Norinco, al menos un fusil Xiuhcoátl robado al Ejército Mexicano y escuadras Zastana serbias.

También, tres rifles Barret de la estadunidense Bushmaster Arms -uno de los cuales fue modificado con soldaduras adicionales-, y algunas Terni italianas de la Segunda Guerra Mundial.

Como dato curioso, han sido halladas hasta armas basura como una pistola de Raven Arms, considerado ampliamente como uno de los peores productores de armas de todo Estados Unidos y a las que solo se puede describir como chafas. Sus pistolas MP-25, con todo y cacha nacarada de padrote, no han sido producidas en casi dos generaciones. Esa fábrica desapareció en un incendio en 1991 y, aún así, llegó de alguna forma a Morelia.

De lo que hay en la bóveda también se concluye que México no sólo recibe miles de armas de primera línea como parte de la necesidad de las organizaciones criminales para equipar a sus sicarios. También es destino de armas que están cerca del fin de su vida útil y que fueron empuñadas por soldados que llevan décadas muertos, en conflictos que se pelearon en tiempos remotos.

Por ejemplo, en la colección hay un AK-47 egipcio, producido bajo licencia de la Unión Soviética en la década de los setenta por la famosa fábrica 54 de Maadi, ubicada en las márgenes del Río Nilo. Esa ametralladora fue ensamblada por primera vez para pelear las guerras de los setenta contra el Estado de Israel. Muchos de estos rifles de asalto fueron empleados, por ejemplo, por la Organización para la Liberación de Palestina y se convirtieron en iconos de su líder, Yasser Arafat.

Van por sistema de rastreo de armas en México

El de Michoacán no es el único proyecto que tiene la ATF a nivel estatal. La esperanza, de acuerdo a Sloan, es crear en México un sistema local eficiente de rastreo y sampleo de armas, para que se complemente con los que ya existen a nivel federal, en la Fiscalía General de la República y la Secretaría de la Defensa Nacional.

La meta: identificar hasta la última ametralladora y pistola que se encuentre en territorio mexicano y, en el camino, ubicar de dónde vienen. De qué tienda, armería y comprador, para cerrar el tráfico de norte a sur.

“Hemos comenzado a replicar esto en otros estados. Tenemos excelentes relaciones con Guanajuato, Jalisco y otras entidades que son grandes socios de la ATF porque están completamente comprometidos a reducir el crimen violento y están haciendo todo lo que pueden a su nivel para ayudarnos”, agregó el funcionario diplomático.

A última cuenta, la embajada ya tenía firmados convenios de colaboración de identificación de armas en 18 estados, con 118 laboratorios certificados por el Departamento de Estado. Es un paso previo a obtener acceso a la base IBIS estadunidense, como está a punto de ocurrir en Michoacán.

En paralelo a la colaboración con el gobierno federal, esta cooperación a nivel estatal le ha permitido a la ATF trabajar con sus agentes y distintas procuradurías y fiscalías a nivel de tierra, ahí en donde son empleados los rifles de asalto, la pistola, la escopeta.

De acuerdo con cifras oficiales, en 2019 la ATF y el gobierno mexicano lograron identificar 16 mil armas. Para 2021, la cifra había subido a 23 mil, en buena medida gracias a los convenios estatales. Es un incremento del 347 por ciento.

La meta para 2022 es llevar la cifra a 28 mil y de manera oficial, el Buró Internacional de Narcóticos y Asuntos Legales del Departamento de Estado espera que varios laboratorios adicionales en distintas entidades alcancen certificación que termine este año.


mvls 

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