"Narcos nunca se habían atrevido a invadir la iglesia": sacerdote de Michoacán

El padre aseguró que no pedirá protección ni se irá, sino que motivará "a que se hagan más denuncias de lugares donde los delincuentes han atropellado a los fieles y a los sacerdotes".

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Lázaro Cárdenas, Michoacán /

El padre José Luis Segura Barragán, quien en días pasados en redes sociales denunció la irrupción y amenazas de un grupo armado presuntamente proveniente de Colombia, dijo no tener miedo y descartó abandonar la localidad de La Loma, Jalisco.

En entrevista para MILENIO, el sacerdote adscrito a la Diócesis de Apatzingán indicó que es la primera vez que un grupo armado irrumpe en una iglesia, por lo que fue necesario levantar la voz.

"Sí, mira, el maltrato, el ignorar o, hasta el impedir el trabajo del sacerdote por el miedo, la presión a que no vayan a misa, eso es secundario, vamos a decirlo, mientras no interrumpan los actos litúrgicos porque el problema es cuando ya se meten", dijo.


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Segura Barragán, quien le envió una carta al fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, para darle a conocer la situación en esa localidad, explicó que el grupo armado que irrumpió en la capilla de Zipoco, en el municipio de Santa María del Oro, se identificó como los nuevos jefes de plaza de la zona.

"Según ellos son los nuevos dueños de ahí, y son los dueños de la capilla, y pues trataron de intimidarme, seguramente para que no celebrara la misa (…) Saliendo de la misa, su jefe dijo que eran colombianos y empezó como a tirar amenazas ahí en público, hablando fuerte. Toda la gente luego, luego se fue; cuando llegamos no había nadie. A la hora de la misa se juntaron 20 personas e inmediatamente se fueron a su casa y ya el jefe de estos se puso a vociferar", recordó.


El padre, quien tiene más de un año predicando en esa zona limítrofe de Jalisco con Michoacán, consideró que sus mensajes en contra de la violencia, emitidos algunos por sus redes sociales, pudieron influir en la llegada de este grupo. No obstante, insistió en que "nunca se habían atrevido a tanto", pese a que "todo este terreno es controlado por los narcos".

Pese a la situación que enfrentó, el padre Segura descartó solicitar o aceptar por parte de autoridades algún tipo de vigilancia personal.

"No, no la necesito porque mira, eso es hacerles el juego. Yo voy a jugar limpio, yo no voy a pedir protección, ni me voy a esconder, ni me voy a ir. Ya hablé con el obispo, yo voy a estar aquí, yo voy a motivar a que se hagan más denuncias de lugares donde los delincuentes han atropellado a los fieles y a los sacerdotes, por supuesto".

Al respecto, recordó los casos de algunos representantes de la Iglesia católica, quienes han sufrido de amenazas y hostigamiento por personas armadas.

"Los padres que han sufrido violencia, nada más que ellos han tenido paciencia y prudencia, es el padre Isaac Barajas, que estaba en San José de Chila, o está porque ya lo van a cambiar. Está el padre Rogelio, que está en Loma Blanca, y allí de verdad, tanto los de (Cártel) Jalisco como los del Abuelo, hicieron destrozos, asesinatos y las capillas las llenaron de mariguana (…) son cosas que tenemos que aguantar, ciertas situaciones ofensivas", admitió.

Tras la difusión de la carta hacia el fiscal general de la República y del conocimiento de su caso, Segura Barragán dijo que al momento no ha recibido amenaza alguna y reiteró que continuará con sus actividades cotidianas en La Loma, Jalisco.

"Yo no quiero seguridad, las autoridades aquí son los mismo que los delincuentes y tampoco me iría", insistió. En su andar, compartió que señoras se acercan para manifestarle su apoyo e incluirlo en sus oraciones "para que en el camino nada me pase", pero consideró que "eso es normal".

"Tengo 15 años así; estuve cuando (surgieron) las autodefensas de La Ruana, en 2013, cuando se fue el sacerdote huyendo y me mandó el obispo porque como yo ya estuve allí antes –hace 20 años-, entonces me envió en 2013 y ahí dure tres años cuando las autodefensas, El Americano, Los Templarios y todo eso… entonces yo ya sé cómo actuar en estas cosas, pero también ya llegamos a un límite, de que interrumpieron los actos litúrgicos; nunca habían interrumpido los actos litúrgicos.

"Mi día a día va a ser normal; mañana voy a atender unas personas, voy a hacer mis cosas, es decir, yo voy a seguir actuando como yo lo he hecho", concluyó el padre.



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