Ernesto, un hombre de 62 años y residente de la comunidad de La Rumorosa, en el municipio de Tecate, vivió el pasado jueves una experiencia que difícilmente olvidará: fue privado de la libertad por un grupo de hombres encapuchados que, según su testimonio, lo confundieron con otra persona.
Solo unas horas después los mismos hombres que le intimidaron lo devolvieron a su casa en su natal Baja California, además de ofrecerle una disculpa.
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El episodio ocurrió apenas un día después de que el general Laureano Carrillo Rodríguez, en un acto público, ironizara sobre la supuesta calma que reina en la zona tras la presencia de fuerzas de seguridad.
Un día común para Ernesto termina en un intento de secuestro por error
La rutina de Ernesto comenzó sin sobresaltos. Por la tarde salió en su motocicleta hacia una tienda de abarrotes cercana para hacer unas compras.
Sin embargo, al salir del local fue interceptado por varios sujetos armados y encapuchados. Sin posibilidad de resistirse, lo obligaron a subir a un vehículo.
Durante el cautiverio, que se prolongó varias horas, fue golpeado con violencia y recibió heridas que le cubrieron gran parte de la espalda.
Aunque los detalles que ofreció a las autoridades son escasos, los signos físicos en su cuerpo indican que fue sometido a tortura.
Finalmente, los agresores le revelaron que lo habían confundido con otra persona. Antes de liberarlo, lo llevaron de nuevo hasta la puerta de su casa y le pidieron disculpas.
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Por lesiones de gravedad, Ernesto tuvo que ser atendido en un hospital
Tras ser liberado, Ernesto decidió trasladarse por su cuenta a Mexicali para recibir atención médica.
Alrededor de las 15:30 horas ingresó al Sanatorio Quiroz, ubicado en la colonia Guajardo, en el cruce de las calles Chihuahua y Tuxtla Gutiérrez.
El personal médico que lo atendió detectó la gravedad de sus lesiones y notificó de inmediato a la Policía Municipal. Elementos de la corporación acudieron al lugar para entrevistarse con la víctima.
Pese a la insistencia de los agentes, Ernesto se mostró reacio a proporcionar más datos sobre sus captores o el vehículo en el que lo trasladaron, limitándose a señalar que todo ocurrió en las inmediaciones de su comunidad.
La agresión contra Ernesto no es fue casualidad. Ocurrió dentro de un panorama de violencia intermitente que permea en La Rumorosa.
Sin embargo, el hecho se tornó incómodo debido a que sucedió un día después de los dichos del general Carrillo Rodríguez sobre la tranquilidad en la región.
Por ahora las autoridades investigan el ataque para identificar a los responsables y determinar si está relacionado con otros incidentes de inseguridad registrados en Tecate y Mexicali.
Mientras tanto, el testimonio de Ernesto recuerda que en algunas zonas del país la violencia puede irrumpir incluso en la rutina más cotidiana.
EG