“No debemos aspirar a un partido de Estado”

Carlos Díaz-Barriga

Crónicas del adiós

México /

Todos entramos a Palacio con los zapatos más mojados que sucios. Casi todos. Lo bueno es que ahí nadie ve para abajo. Llovió toda la madrugada, que a las 6 y media sigue siéndolo. Arranca el fondo de pensiones para el Bienestar. Cinco jubilados de bajos salarios representan a los suyos. Ahora van a recibir 40% más. Luisa María Alcalde hace las cuentas claras de cuánto hubieran seguido obteniendo con otros. La premisa de la presentación es: el hubiera sí existe.

Discreta pero profunda conmemoración del 2 de julio, fecha de su triunfo electoral hace seis años. Gratitudes envueltas en nombres. Importante consignarlos. Ésos son. José María Pérez Gay, el primero. “A mi maestro Arnaldo Córdova, a Luis Javier Garrido, a Hugo Gutiérrez Vega, a Julio Scherer García, a Sergio Pitol, Elenita Poniatowska, Fernando del Paso y Carlos Payán, y un hombre extraordinariamente inteligente y comprometido con las causas sociales: Carlos Monsiváis. Antes a Rafael Barajas El Fisgón. Y en el video, las históricas y menos personales: a Cuauhtémoc Cárdenas, Lucio Cabañas, Othón Salazar, el panista Salvador Nava, Demetrio Vallejo, Rubén Jaramillo, Valentín Campa, Heberto Castillo, Rosario Ibarra, Manuel Clouthier, Ifigenia Martínez. Y Porfirio Muñoz Ledo. Nobleza obliga. Nunca es tarde.

Hay recuento detallado del crecimiento de las mujeres en la política durante su administración, aplauso espontáneo de reporteras y reporteros -de todas y todos-; es decir, incluyendo a los no aplaudidores permanentes, que quizá le hagan más daño que bien. Él solo puede. Quizá por ello en estas últimas fechas parecieran estar relativamente contenidos. Vamos a ver.

Flores con rango presidencial a Claudia Sheinbaum. Adelanta que con ella los 125 mil obreros que hay en el Tren Maya podrían ser reubicados en construcción de vivienda popular: “Nosotros no logramos avanzar mucho en la construcción de vivienda”, acepta.

Ocho pupilos en las sillas junto al pizarrón. Cinco de ellos en el telefonito o el iPad mientras el Presidente hace alguna larga exposición. Uno bosteza y cabecea. Yo los sacaba del salón. Él los perdona. Lo percibo. Y creen que no se da cuenta. Olvidan el factor ‘colmillo’. Olvidan que hay ojos vigilando (los de los 56 leones de bronce que observan desde las lámparas superiores). Considérenlo los que siguen.

Reclama al Wall Street Journal que dice en un editorial que “yo voy a seguir siendo el poder tras el trono. Es una falta de respeto a Claudia, a las mujeres”. Da pie para el gran apapacho del sexenio al gremio, con connotadas excepciones. Más no se puede. Ya con eso: “Acuérdense, las transformaciones en México se hicieron con los periodistas: en la Independencia; en la Reforma… ahí está Zarco… son los periodistas de la República Restaurada los más inteligentes patriotas que se tenga memoria hasta nuestros días”.

Finalmente regala buena frase, cuando ya ruge el motor de las aplanadoras: “No puede haber un partido único, no debemos aspirar a un partido de Estado”. Intermitentemente, acá o allá, no deja pasar un día sin recordarse algo a sí mismo: “En tres meses concluyo y entrego la banda / Hay que pensar en las nuevas generaciones, nosotros ya vamos de salida. Y hasta podemos decir ‘gracias a la vida, que nos ha dado tanto’”. Resuena en mí la voz profunda de Mercedes Sosa bordando la canción de Violeta Parra. Agarra nivel la mañanera.

¡Qué viva México! ¡Y vámonos a desayunar!”. Suscribo. En ambos temas.

No se han secado los zapatos.


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  • Carlos Díaz-Barriga
  • Reportero que nació algo tarde. Aficionado al blanco y negro, al disco de acetato, al teatro y a la cultura popular –toda la que se pueda–. Whisky y tequila. Insisto y busco personajes–personajes con más historia que likes. Prefiero la crónica y la entrevista. Todavía creo en la palabra. Y por eso escribo.
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