La natación encontró en la húngara Katinka Hosszu y la estadunidense Katie Ledecky a su reina y princesa de 2016, luego que dieran resplandor a este deporte ensombrecido por el dopaje, en donde el mayor ejemplo lo dio la rusa Yulia Efimova.
Con 27 años encima y un palmarés impresionante en mundiales de pista de 50 y 25 metros, la europea llegó a los Juegos Olímpicos Río 2016 para consolidar el sobrenombre de la “Dama de Hierro” y adherir el de “Dama de Oro” y “Iron Lady”, aunque esta última es el nombre de su marca comercial.
Quien fue entrenada desde niña por su abuelo Laszlo Bakos estuvo cerca del retiro por la frustración de no haber ganado una medalla en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, suerte que se repitió en Londres 2012 a pesar del éxito en los años previos a las citas veraniegas.
En el Campeonato Mundial de Natación de Roma 2009 ganó medalla de oro con récord mundial, pero ni eso le dio el escalón para el podio olímpico hasta que en 2012, después de Londres, conoció al estadunidense Shane Tusup, quien primero fue su entrenador y después su esposo, y con quien desarrolló un sistema de entrenamiento cargado en lo físico y poco estético en el nado.
Precedida de resultados fantásticos y con la madurez de los años, la “Dama de Hierro” se lanzó a la piscina de los Juegos Olímpicos de Río para ganar las medallas de oro en los 200 y 400 metros combinados, además de los 100 espalda, y con ello por fin erigirse como la reina de la natación.
Además, impuso récord mundial y olímpico en los 400 metros combinado individual con 4:26.36 minutos y en los 200 combinado con 2:06.58, para no dejar dudas por el sobrenombre de “Dama de Oro”.
Por su lado y pese a todo la juvenil estadunidense Katie Ledecky le robó reflectores con sus hazañas, mismas que venían fincadas por sus cuatro medallas doradas y cinco más obtenidas respectivamente en los Campeonatos Mundiales de Barcelona 2013 y Kazán 2015.
Quien empezó a nadar a los seis años como parte de la influencia de su hermano mayor, Michael, se convirtió a los 15 años, cuatro meses y 10 días en la participante más joven del equipo de “las barras y las estrellas” en los Juegos Olímpicos Londres 2012.
Ahí ganó la medalla de oro en los 800 metros libres y deslumbró con el segundo mejor tiempo de la historia, 8:14.63 minutos, apenas por debajo del récord mundial de 8:14.10 de la inglesa Rebecca Adlington.
Así, la alberca de Río 2016 la esperó con ansias y ella respondió con triunfos fantásticos en los 200, 400, 800 y relevo 4x200 libres y plata en el 4x100 libres.
Agregó a su gran exhibición los récords olímpico y mundial en los 400 metros libre con 3:56.46 y se consagró en los 800 metros con récords de la misma estirpe al registrar 8:04.79.
Katie Ledecky decidió no participar en la serie mundial de natación de la Federación Internacional de Natación (FINA) y Katinka fue la dominadora de cada sede y de la mayor cantidad de pruebas.
Su glorioso año lo cerró en el Campeonato Mundial de Natación de la FINA en alberca de 25 metros en Winsor, Canadá, con una suma de nueve medallas, siete de oro y dos de plata, para reafirmar su reinado durante este 2016.
El tema del dopaje, sonado y documentado previamente en varios deportistas rusos, se avivó cuando la cuatro veces campeona del mundo, Yulia Efimova, se impuso en la primera semifinal de los 100 metros pecho al levantar el dedo índice, en clara alusión de ser la número uno.
Durante la presentación de las finalistas el público la abucheó por su pasado reciente de dopaje, y la deportista de 24 años lloró y ya en la prueba fue superada por la estadunidense Lilly King, quien la corrigió al señalar que ella era la número uno e incluso no la saludó durante la ceremonia de premiación.
“Esto prueba que puedes competir limpio e igual ganar”, restregó una sonriente King en clara alusión a Efimova, quien hacía tres años fue suspendida 24 meses, ante lo cual presentó sus argumentos de inocencia y la FINA le redujo el castigo a 16.
La rusa volvió a poner a la natación en el uso de sustancias estimulantes al informarse en marzo pasado que fue suspendida por haber tomado Meldonium, mismo por el que su compatriota Maria Sharapova fue suspendida y no compitió en Río 2016, ante lo cual volvió a presumir su inocencia y ganó una apelación para asistir a la justa olímpica, donde el público no la perdonó.