Jan, hoy de 64 años, se casó en terceras nupcias con Mónica (eso pasa por insistir tantas veces…), una tailandesa a quien contrató como niñera de sus hijos tras su segundo divorcio. Con el tiempo el hombre, se calentó, perdón… se enamoró y se casaron en 1993.
“El tribunal belga tenía serias dudas sobre la autenticidad de su certificado de nacimiento y sus documentos de identidad, pero al final lo aceptaron”, aseguró el hombre.
Como Jan tenía cuatro hijos de sus dos matrimonios anteriores y Mónica le aseguró que no deseaba ser madre, la vida conyugal se desarrolló sin sobresaltos con la niñera devenida en “hermana mayor o amiga” de los descendientes del hombre.
De hecho, Mónica, de 48 años, tomaba la pastilla anticonceptiva todos los días (eran vitaminaminas…Jan!!!) y usaba toallas higiénicas una vez al mes así que su marido jamás se imaginó que hubiera nacido varón. “Aunque ahora entiendo por qué ella siempre usaba lubricante”, expresó el hombre contrariado.
“Esta es la máxima traición. Me siento asaltado, tocado en mi honor. La idea de que compartí la cama con ella durante años me parece horrible”, sentenció Jan, que ahora busca anular el matrimonio aunque haya sido consumado hasta 2012.
La primera audiencia por el caso resultó adversa para Jan, sobre todo cuando el juez le preguntó si, en efecto, Mónica es una mujer hoy en día. La respuesta es afirmativa porque ella se operó antes de conocer a su marido, pero el hombre tuvo otra sensación.