Es habitual que las personas abran una lata de atún después de un día cansado debido a que este alimento generalmente no se requiere utilizar una estufa o un horno para preparar un platillo, como lo es una ensalada, o simplemente sucede cuando no hay mucho tiempo para cocinar algo más.
Se sabe que el atún posee una fuente importante de ácidos grasos omega-3, proteínas, vitaminas del complejo B y minerales como el selenio, por lo que es un beneficio para la salud del corazón, mejora la función cognitiva y mantiene una piel saludable.
El atún enlatado se vende bien en México, ya que es práctico, pero en ocasiones es necesario nos lleva a preguntar qué tan saludable es consumir este producto enlatado tomando en cuenta sus propiedades alimenticias.
Algunos alimentos son enlatados para preservar las propiedades nutricionales como las del atún y ampliar su vida útil, logrando su almacenamiento y consumo durante largos lapsos sin necesidad de refrigeración.
¿Es saludable comer atún enlatado?
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi un 10 por ciento de latas de atún con y sin aceite rebasan los límites recomendados de mercurio en la comida establecidos por la misma organización, incluso cuentan con grandes cantidades de metales pesados como el plomo y el cadmio.
La OMS, en conjunto con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), advierten acerca de los riesgos de la exposición al mercurio, sobre todo en mujeres embarazadas, mujeres que buscan embarazarse, lactantes y niños pequeños, ya que el mercurio puede afectar negativamente el desarrollo neurológico del feto y de los niños.
Esto hace que ingerir atún enlatado pueda incrementar las probabilidades de sufrir hipertensión, problemas renales, enfermedades cardiacas e intoxicación por mercurio, lo cual tiene un impacto negativo en la salud del sistema nervioso e inmunitario, según la OMS.
La Oficina de Evaluación de Riesgos a la Salud Ambiental (OEHHA) sugiere comer atún enlatado dos veces por semana como máximo y optar por otras alternativas de pescado como el salmón, el cual aporta grasas saludables.
Para una alimentación equilibrada se sugiere variar las fuentes de proteína, incluyendo otros tipos de pescado con menores niveles de mercurios, así como carnes magras, lácteos, legumbres y huevos. También es recomendable preguntar a un experto de la salud o un nutricionista para conseguir sugerencias personalizadas basadas en las necesidades dietéticas de cada persona.
AA