La opinión más generalizada entre los expertos, es que el árbol de Navidad, tal como se le conoce hoy, decorado e iluminado con luces, deriva del árbol del Paraíso, aquel lugar donde Adán y Eva fueron desterrados; como su lugar de nacimiento se sugiere la orilla izquierda del Río Rhin, y concretamente la Alsacia un antiguo poblado en Francia.
Uno de los primeros testimonios de esto son los registros de la ciudad de Schlettstadt (1521), en los que fue establecida una especial protección para los bosques en los días previos a la Navidad; los guardabosques eran los responsables de castigar a cualquiera que cortara un árbol para decorar su casa.
Otro documento indica que, en Estrasburgo, la capital de Alsacia, los abetos se vendían en el mercado para llevar a casa y decorarlos. De Alsacia, la tradición de los árboles de Navidad se propagó a toda Alemania y al conjunto de Europa, y pronto al resto del mundo cristiano.
Los árboles han tenido a lo largo de la historia un significado muy especial: en todas las culturas poseen aspectos simbólicos de carácter antropológico, místico o poético.
Sin embargo, fue hasta la década de los años 50 del siglo pasado que logró el auge de que goza hasta la actualidad, gracias a la influencia de medios de comunicación como la televisión y el cine, así como a la mercadotecnia.