Sulaymaniyah, Iraquí Kurdistán, 30 Dic (Notimex).- “He visto con mis propios ojos como llegaba Daesh. Huimos de noche, en barco para cruzar el río y llegar al Kurdistán. Sólo hemos traído un poco de ropa y nada más, y ahora vivimos en una tienda”, relata Belghis, una joven de 29 años, tras huir del Estado Islámico.
Las palabras de Belghis sobre el Daesh (el acrónimo en árabe del Estado Islámico) son las mismas que las de otras mujeres que esperan ser visitada por las doctoras de la clínica Ashti.
Miles de yazidíes han sido masacrados y asesinados. Mujeres y niños fueron esclavizados y más de tres mil chicas continúan presas bajo las manos de los terroristas del Daesh.
El campo donde viven estas mujeres acoge a más de mil 500 personas y está dividido en tres partes: sunita, yazidí y shaabak. La mayoría son árabes, como el 70 por ciento que vive al este de la clínica. Esta división refleja la partición sectaria dentro de Irak.
La clínica Ashti es un centro pediátrico y ginecológico que asiste y apoya a las mujeres y a los niños que viven en el campo de desplazados internos. Su nombre en kurdo significa paz.
Aquí todos son bienvenidos y la clínica, totalmente gratuita, es el único espacio donde las diferentes comunidades que viven en el campo se acercan.
“Dentro de nuestras pequeñas posibilidades, tratamos de embarcar el camino de la reconciliación uniendo los diferentes grupos étnico y religiosos dentro de nuestro personal médico y logístico”, dice Attilia Montenero, coordinadora de la clínica por la organización italiana Emergency.