En los primero años del siglo, Jessica Alba logró posicionarse como una de las estrellas más deseas de Hollywood. En todas las revistas masculinas que lo preguntaran, Jessica ejercía un reinado absolutista en los rankings de las mujeres más atractivas, sin embargo teminó evaporándose de las cabeceras gracias a las denuncias de cosificación sistemática.
Por el 2007, la misma Alba anhelaba desprenderse de la etiqueta de "chica sexy en bikini de las películas", el cual consiguió en apenas unos cuantos segundos cautivando a Bruce Willis y a otros millones de espectadores. Ese mismo año, la californiana presumía de estar en la cima de su carrera, con hasta cinco películas estrenadas con solo unos meses de diferencia, y parecía destinada a ser una de las grandes estrellas del séptimo arte.
Sin embargo, su agenda menguó sin previo aviso y las altas expectativas puestas en ella se redujeron hasta el punto de no haber sido capaz de recuperar las mieles del éxito pretérito en casi quince años. Un enigma que ha decidido descifrar ahora su propia protagonista.
La industria del entretenimiento se caracteriza por ser muy competitiva y egocéntrica, por lo que pocas actrices se han atrevido a externar los motivos que pueden llevar situar una brillante carrera como icono global en la última posición de la lista de prioridades. En el caso de Alba, fue el miedo a recaer en las enfermedades de su infancia cuando se quedó embarazada por primera vez lo que la llevó a apartarse de la primera línea.
“Mi madre tuvo cáncer a una edad muy temprana, con apenas 20 años. Yo crecí con una enfermedad crónica. Me sometieron a cinco cirugías antes de cumplir los 11. Tuve alergias crónicas y me hospitalizaron mucho cuando era una niña”, confesó.
En sus declaraciones, la californiana de 39 años relaciona el frenesí de la industria cinematográfica con un debilitamiento de su salud. “Tuve una especie de revelación en la que supe que quería vivir, prosperar y pasar todo el tiempo que pudiera con esa personita que estaba trayendo al mundo, quedarme con ella. Mi salud importa y quiero que esta niña esté sana. Es muy, muy difícil ser feliz cuando no se tiene eso”, relató la actriz.
Jessica Alba cumplió su promesa y, desde que estrenó en 2010 películas como El demonio bajo la piel, redujo sus papeles en Hollywood a pequeños roles de reparto o protagonistas en películas de escaso presupuesto. Ninguna se acercó siquiera a ser tildada de éxito de taquilla o de crítica, y con apenas 27 años los ejecutivos de las colinas de Los Ángeles parecieron dar por amortizada a la intérprete. Consciente de su depreciación profesional, se reafirma en su elección:
En el set de la adaptación de los cómics de Marvel, de Los 4 Fantásticos, allá por 2005, conoció a Cash Warren, productor televisivo que por entonces trabajaba como asistente del director del filme de superhéroes. La pareja contrajo matrimonio en 2008 y hoy son padres de dos niñas y un niño: Honor, Haven y Hayes; de doce, nueve y tres años, respectivamente.
El reciente intento de resucitar su carrera como actriz en la pequeña pantalla con la serie L.A.’s Finest resultó en vano, y la ficción policiaca fue cancelada después de un par de temporadas tras haber tenido que aplazar el estreno de su última tanda de episodios por coincidir en el tiempo con las protestas en Estados Unidos a raíz del asesinato de George Floyd.
Alba ha conseguido triunfar en el mundo de los negocios gracias a The Honest Company, empresa fundada por ella en 2012 dedicada a la creación y venta de artículos para bebés, mujeres y el hogar, orgánicos y sin componentes tóxicos. Valorada en mil millones de dólares, el éxito de Honest la llevó a aparecer en la portada de la revista Forbes y amasar una de las fortunas más envidiables de Hollywood. De nuevo, fue el nacimiento de su primera hija y su historial de ataques de asma, alergias y neumonías siendo niña, lo que la inspiró a crear una compañía.