Para Jordi Puig, fundador del festival Vive Latino, los cambios económicos, políticos, sociales y culturales que enfrenta el mundo por estos días representan una gran oportunidad de refrendar las raíces latinoamericanas y consumir la música creada en la región.
Desde el 2016 el festival de rock, considerado el más longevo e importante de México, mostró un claro regreso al origen y apostó por un cartel encabezado por agrupaciones principalmente hispanas. Pero este año respaldó su compromiso con la escena musical iberoamericana al reunir a unas 70 bandas o artistas latinos de las poco más de 80 anunciados para su 18va edición.
Los Fabulosos Cadillacs, Zoé, Illya Kuryaki & The Valderramas, Babasónicos, Julieta Venegas, Mon Laferte, Kinky, Doctor Krápula, Bronco, Jarabe de Palo y Diamante Eléctrico forman parte de la delegación que actuará el sábado y domingo en los cinco escenarios montados en el Foro Sol capitalino, donde también desfilarán las propuestas anglo de Prophets of Rage, Jake Bugg, Rancid y Marky Ramone.
"El festival Vive Latino es ya una marca mexicana, así que es un buen momento de consumir lo nacional, y lo latino, ahora que la tendencia ya no es global sino local", dijo Puig a The Associated Press, en una entrevista reciente.
"Al Vive (Latino) le gusta ser optimista", añadió el promotor, al tiempo que dijo que por más mala que esté la situación, "siempre tendremos algo que dar".
A diferencia de lo acontecido en el festival texano South by Southwest, que este año fue duramente criticado por advertir a los invitados internacionales que si se comportaban mal durante sus actuaciones los organizadores podrían llamar a las autoridades migratorias, en el Vive Latino las agrupaciones podrán ejercer su libertad de expresión.