CIUDAD DE MÉXICO. - En un solitario lugar de la colonia Maxcoac, en la Ciudad de México, se encierra una de las leyendas más aterradoras de todos los tiempos, la del Callejón del Diablo.
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Ubicado en la alcaldía Benito Juárez, el Callejón del Diablo se ha vuelto un punto de referencia sobre hechos sobrenaturales que ocurren en la capital del país, y que se suman a otras leyendas como el Callejón del Aguacate en Coyoacán, o la Piedra encantada de Tlalpan.
Existen dos versiones sobre la leyenda de este lugar: una de ella cuenta que un hombre escéptico sobre los rumores de que en el callejón se aparecía el diablo, se adentró una noche sin temor alguno.
Sin embargo, mientras el hombre se adentraba en el callejón se percató de la presencia de una sombra detrás de un enorme árbol. Contrario a lo que se puede pensar, él no huyó y siguió su camino.
Pero más adelante, la sombra se le acercó y el hombre vio a un ser que se reía de forma siniestra y aterradora, horrorizado por lo que vieron sus ojos salió corriendo hacia el final del callejón.
En su camino apresurado por llegar al final, sintió que el piso por el que caminaba se iba hundiendo y lo iba atrapando poco a poco, impidiéndole llegar a la salida del callejón. Cuando por fin logró escapar, le contó a todo mundo lo que había sucedido y que había tenido frente a sus ojos al mismísimo diablo.
Otras versiones de la leyenda cuentan que el diablo se aparece en forma de lechuza o simplemente como una sombra.
Existe otra versión de la leyenda que encierra este misterioso lugar, pero que también habla de la aparición del diablo. En cierta ocasión un borracho caminaba por el callejón oscuro, pasada la medianoche, desde la distancia vio una figura que se apoyaba en el tronco de un árbol, pensando que alguien en la oscuridad quería atracarlo corrió con las manos empuñadas hacia el extraño. En ese momento se hizo presente un destello de luz enceguecedor antes de toparse con el desconocido que le dejó ver un rostro espeluznante que reía malignamente.
El miedo parecía sujetar los pies del hombre en el suelo, pero aun así agarró fuerzas para correr despavorido y escapar de su desgracia.
Cuando el sujeto difundió la noticia que en el callejón se aparecía el diablo, muchos de los pobladores coincidieron en que habían sido asustados por el monstruoso espectro en alguna ocasión.
Una persona al escuchar estos rumores aconsejó que para evitar al demonio se depositarán ofrendas como monedas de otro y joyas en un árbol que había en el callejón. Temerosos de ser testigos de una aparición demoniaca cada mañana iban y le dejaban obsequios. Las ofrendas desaparecían así que pensaban que el Señor de la oscuridad estaba complacido.
Las personas que pasan por ese callejón aseguran que se siente una presencia extraña todo el tiempo, pero con mayor fuerza al anochecer.
PGG