Sin lugar a dudas, los rituales para cerrar el año y comenzar un nuevo año se mantienen en la cultura popular y han evolucionado con la llegada de las redes sociales que permiten a las personas compartir consejos que supuestamente ayudan que la prosperidad se vuelva realidad.
Sin embargo, surge en muchas personas la duda de si estas prácticas pueden estar en comunión o no con la fe católica, especialmente cuando se trata de rituales que llevan décadas en la cultura popular, tal como el color de la ropa interior la noche de año nuevo.
A diferencia de lo que muchos podrían creer, el uso de prendas íntimas específicas no tiene una raíz religiosa. Existe una versión que asegura que el ritual de la ropa interior roja fue, en realidad, una invención de diseñadores de ropa invernal.
Al no lograr vender su colección de prendas íntimas durante la temporada de frío, crearon la narrativa de que usar calzones rojos el último día del año atraía el amor, logrando así impulsar sus ventas de manera masiva. Posteriormente se le habría dado significado a otros colores y el ritual se popularizó.
Por otro lado, la ropa interior amarilla tendría su origen entre China y Taiwán, donde este color se asocia históricamente con la riqueza y los negocios.
Conforme a lo que se dice en la cultura popular el uso de colores en la ropa interior según objetivos específicos:
- Blanco: Salud y paz.
- Verde: Protección y esperanza.
- Azul: Equilibrio y proyectos.
- Negro: Lujo.
- Rojo: Amor y pasión.
- Amarillo: Dinero y abundancia.
¿Que dice la Iglesia Católica sobre estos rituales?
La Iglesia Católica, predominante en el país, califica estas prácticas como actos que se distancian del credo.
En entrevista para TELEDIARIO, el presbítero de la diócesis de Tepic, Jorge Sheik Rivera, compartió que estos rituales sobre ropa interior, así como todos los demás que se han hecho populares, al ser aplicados como "fórmulas mágicas" o supersticiones se alejan de los fundamentos de la fe cristiana.
Esta postura surge ante la creciente adopción de costumbres que, lejos de tener un origen espiritual, responden a estrategias de mercado o tradiciones paganas que se han consolidado en la cultura popular mexicana.
“Mira, esas prácticas, podemos decir de la sociedad que se han inventado, no van acorde y ni las promueve la Iglesia Católica porque no van de acuerdo a nuestra fe, que en Cristo nosotros creemos y confiamos en la Divina Providencia”, explicó el sacerdote.
Desde la perspectiva eclesiástica, estas prácticas son consideradas “prácticas vacías” que no concuerdan con la confianza en la divina providencia.
En la doctrina católica el futuro no depende de un objeto o color, sino de las decisiones y el compromiso personal.
“No creemos en la suerte,no creemos en una fórmula mágica, un recetario. Creemos que Dios es providente y se va manifestando. Por eso está la práctica de las velas de la Divina Providencia, donde cada mes se enciende una vela y hacemos una oración y nos encomendamos a Dios” afirmó el padre Jorge Rivera.
La Iglesia basa su rechazo en textos bíblicos, citando libros como el Levítico y el Deuteronomio, donde se advierte a los fieles no consultar adivinos ni participar en supersticiones, calificándolas como distracciones de la fe verdadera.
De igual forma, otros rituales de año nuevo populares en México tienen orígenes similares.
Por ejemplo, la tradición de las 12 uvas nació en España en 1909 debido a un excedente en la cosecha de viticultores, quienes inventaron que comer una uva por cada campanada traería suerte para dar salida a su producto.
En lugar de los rituales de año nuevo basados en amuletos, la Iglesia promueve la práctica de las velas de la Divina Providencia.
Esta tradición consiste en encender una vela cada mes acompañada de una oración, simbolizando un compromiso de administración correcta de los bienes, generosidad y fe, en lugar de una búsqueda de suerte "mágica".
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