Cuando has cocinado algo con tomate ¿eres de las personas que le quita la piel del tomate? ¿Qué haces con ella? Si sueles tirarla mejor no lo hagas, te decimos un truco de cómo puedes aprovecharla para tener un sazonador en tu alacena.
Hay varias variedades de tomate, en México los de uso más común son el jitomate saladette, de pulpa abundante usado para sopas, salsas y guisos; y el jitomate bola, carnosos de pocas semillas ideales para rellenarlos.
La piel de estos tomates puede ser gruesa, y para algunas preparaciones no es agradable comer los restos de cáscara en un guisado, así que en esos casos es mejor colar la preparación.
Una manera de quitarle la piel a los tomates sin desperdiciar mucha pulpa, es escaldarlos, es decir sumergirlos por unos segundos en agua hirviendo para que suavice la piel, y así pelarlos más fácil.
Pero sólo porque no los quieres en tu comida, no quiere decir que tengas que desecharlas por completo, puedes aprovecharlas secándolas para después pulverizarlas y tener un sazonador ideal para otros platillos.
Conchita Polo es una cocinera española que da consejos en su perfil de TikTok sobre cómo preparar varios platillos en la madre patria, y en uno de sus videos explica cómo obtener un polvo de tomate muy sencillo.
Polo detalla que para secar la piel de tomate es mejor hacerlo metiéndolas a un horno a 150º durante 15 minutos para que queden 'churruscaditas".
Después se pulverizan y se obtiene un polvo de tomate que puedes ponerle a otras comidas.
¿Pelar o no pelar la piel del tomate?
La respuesta es: depende de los gustos. Tal vez no te importe mucho comer restos de piel de tomate en tu comida, si ese es el caso, estarás consumiendo los antioxidantes que tiene la piel, además de una buena fuente de fibra.
La piel de tomate también aporta minerales como el potasio y el fósforo, vitamina C, E, pro vitamina A y vitaminas del grupo B.
AGA